Como organización protectora de Derechos, escuchamos del presidente, Alberto Fernández, dos afirmaciones que resultan inapropiadas y que nuestra institución rechaza.
La analogía caprichosa entre un fiscal muerto y un fiscal vivo, ambos cuestionados desde el Poder Ejecutivo, traza un límite que debe ser cuestionado por la sociedad civil. En una de sus visitas a nuestra institución, el actual presidente manifestó que Alberto Nisman fue asesinado. Hoy sostiene lo contrario. No sólo a sus convicciones, sino también a lo determinado por la Justicia. Alberto Nisman fue asesinado. No es una cuestión de fe.
En otro de sus dichos, refiere que la pandemia “se llevó” uno o dos Holocaustos. Que dolor para las víctimas escuchar que el extermino es una cuestión de números. La pandemia no distingue por grupo étnico, preferencia sexual o pensamiento político. Tampoco la pandemia usó las fuerzas del Estado a disposición para el crimen, para la matanza y la sistematización de la muerte. La Shoá es otra cosa. Si se miden las tragedias en términos cuantitativos estamos brutalizando y deshumanizando. Ya lo dijimos hace dos semanas frente al mismo comentario.
Solicitamos respeto al Derecho y solicitamos respeto a la Memoria.