PRENSA

#DAIA85años: La década del 50, trabas inmigratorias y antisemitismo

En el plano de la política migratoria, la actitud hacia los judíos se mantenía estable respecto de los criterios restrictivos. Las investigaciones sobre esta materia han arrojado en forma documentada, expresiones oficiales que calificaban a la judía como una “inmigración viciosa e inútil” o “mala inmigración”. En el mismo sentido, se encuentra la advertencia que el entonces Director de Migraciones, Santiago Peralta, hizo a los asesores y representantes de organizaciones de ayuda al inmigrante: “En cuanto propongan a un judío se terminó la vinculación con la Dirección y el reconocimiento de que forman parte”, sentenció. Según la concepción de la época, los judíos, sin importar su procedencia, eran considerados poco asimilables e “indeseables”. Un amplio recorrido documental por la Dirección General de Migraciones y la Secretaría -más tarde devenida en Ministerio- de Asuntos Técnicos, las Divisiones Contencioso Administrativa y Migración, Colonización y Turismo de la Cancillería argentina, dieron sustento fáctico a estas afirmaciones.

El 16 de septiembre de 1955 se produjo un golpe de Estado que algunos calificaron de cívicomilitar, debido a que las tropas comandadas por el General Lonardi contaron con el apoyo de grupos nacionalistas, la burguesía agraria y la industrial y se autodenominó “Revolución Libertadora”. El 24 de diciembre de 1955, la DAIA denunció ante el presidente provisional Pedro Eugenio Aramburu, quien sucedió a Lonardi, al grupo editor “Der Weg” (El camino), de orientación nazi. En otro orden, también hizo oír su voz frente al veto impuesto a las reuniones públicas en idioma idish y al impedimento a la inmigración de familias judías.