Por Víctor Zajdenberg
Las reuniones de Benjamín Netanyahu, Primer Ministro del
Estado de Israel, con Vladimir Putin, Presidente de la Federación Rusa, se han
convertido en una especie de rutina necesaria para mantener las fronteras de
Israel y de Jordania fuera de la sangrienta guerra que se desarrolla en Siria
con la participación de la República Islámica de Irán y del Grupo Terrorista
Hezbolla.
En el Sur de Siria, limítrofe con Israel y Jordania, se
encuentra un grupo contrario al Presidente Asad por lo que está siendo atacado
por el Ejército Sirio, sin contemplar a los civiles que habitan la región, a fin
de tomar el control de dicha zona. Esta situación de guerra les está planteando
a Israel y a Jordania una doble problemática; los miles de refugiados que se
están escapando hacia dichos países y más grave aún el peligroso avance de la
Guardia Republicana iraní que junto con los terroristas del Hezbolla se
acercan, con sus armamentos, a las fronteras de Israel y de Jordania.
La nueva situación geopolítica del Medio Oriente, ante la
ausencia de otra Potencia como la de los EE.UU, ha colocado a Putin como el
único líder mundial que puede influenciar y detener las anomalías planteadas
por Asad, las que podrían derivar en una guerra mucho más hiperactiva que la
que se está desarrollando ahora en Siria.
El próximo miércoles 11 de Julio Netanyahu viajará a Moscú
para reencontrarse con Putin con la finalidad de expresarle, probablemente, la
imperiosa necesidad de detener el avance del Ejército sirio y sus aliados
iraníes y libaneses y evitar de esta manera un desmadre en el débil equilibrio
actual del Medio Oriente.