PRENSA

Ministros de Polonia banalizan el Holocausto por Victor Zajdenberg

El Ministro Mateusz Morawiecki rindió homenaje ante la cripta erigida a los guerrilleros polacos de la “Brigada de las Montañas de Santa Cruz” en la 2ª. GM. ¿Qué tuvo de particular esta Brigada? Fue un grupo de extrema derecha que no se unió al Ejército Nacional sino que se alió a la Wehrmacht contra los rusos.

Hace días hemos leído atentamente el discurso del Ministro de Exteriores de Polonia defendiendo a capa y espada la Ley recientemente aprobada por su país. Por si esto fuera poco ha querido justificar a los criminales y colaboracionistas europeos (y polacos) acusando vilmente a “criminales judíos” entre los judíos.

Es imposible comparar la forzada tarea de los “judenrath” de los guetos y los “capos” de los “Campos” con los voluntarios ucranianos, polacos y lituanos, etc. Como descendientes de abuelos, tíos, primos y cientos de familiares judíos polacos incinerados en los campos de exterminio nazis es el deber de rechazarlos.

Sean cuales fueren los motivos: codicia, ignorancia, ideología, robo de propiedades, antisemitismo, discriminación, xenofobia, odio, o racismo, son deleznables. Se debería confirmar solo la primera parte de dicha “Ley” pues, efectivamente, los campos de concentración y exterminio fueron hechos por los nazis alemanes.

La tragedia radica en la segunda parte de la “Ley” donde el Sr. Ministro se explaya en banalizar sucesos, minimizar complicidades y disminuir participaciones. Es verdad que hubo “justos” entre los polacos (cerca de 7.000) pero también es verdad que cientos de miles fueron colaboracionistas antes, durante y después.

Nunca se dejará de llorar a los judíos de Jedwabne que, en 1941, fueron arreados, encerrados en un granero y quemados vivos por sus propios vecinos polacos. Jamás se podrá dejar de gritar por los judíos de Kielce que en 1946, regresando a sus hogares del infierno, fueron asesinados por polacos usurpadores de sus casas.

Estos horrores, sin presencia nazi ni soviética, fueron realizados por ciudadanos polacos comunes, ex amigos, clientes, pacientes y proveedores de dichos judíos. En los alrededores de Treblinka, sin importar la humareda y el olor a carne humana quemada que emanaba de allí, los campesinos seguían cultivando la tierra. Caravanas de judíos hambrientos que deambulaban por Polonia, sobrevivientes del criminal y salvaje fuego antisemita, eran expulsados de poblado en poblado.*

Queda la triste esperanza que la Corte Suprema de Polonia declare inconstitucional las falacias y las penas por decir las verdades que atentan contra la libertad.

*El pájaro pintado* de Jerzy Kosinski.