PRENSA

A los 120 años del 1er. Congreso Sionista: «La visión sionista de Teodoro Herzl» por Victor Zajdenberg

El legado monoteista del Patriarca Abraham, el liderazgo
nacional y ético de Moises, la trascendencia moral de los Profetas, la riqueza
talmúdica de los Enciclopedistas, el pensamiento unificador judío del Rambam, los
escritos poéticos de Iehuda Halevy, «Roma y Jerusalém» de Moisés
Hess, «Autoemancipación» de León Pinsker y, fundamentalmente, el
sufrimiento judío, un sufrimiento de casi 2000 años de exilio, sembraron el
sendero de un visionario que, ante tanta ignominia, ante tanto dolor, decidiera
brindar su energía y su vida entera al ideario del renacimiento de un
Estado-Nación en las tierras de sus ancestros: Eretz Israel. Teodoro Herzl,
reconocido periodista europeo, en una de sus periódicas visitas a la ciudad de Paris,
se siente definitivamente conmovido por la tragedia desatada en el «caso
Dreyfus».

Descubre el antisemitismo reinante en las entrañas mismas de
ese mismo pueblo hacedor, un siglo antes, de la Revolución Francesa. Ya se habían
producido también, con inusitada y renovada crueldad, los primeros pogroms contra
la judeidad rusa y ucraniana.

A partir de ese instante Herzl no tuvo más descanso; arremetió
contra viento y marea, convenció a ricos y pobres y se plantó ante los poderosos
y los intereses creados.

En 1897 se inaugura en Basilea el primer Congreso Sionista.
Herzl ya era un motor que no podía detenerse. Su tremenda voluntad, su total dedicación
a la causa que creía necesaria, justa, impostergable e inclaudicable, orientaron
sus fuerzas al servicio de un ideal nacional judío: el Sionismo. Herzl murió en
1904, a los 44 años de edad, en su plenitud intelectual y humana.

 «SI LO QUEREIS
NO SERÀ UNA LEYENDA» dijo. Y sucedió que «quisieron y no fue una
leyenda».

 El milagro se produjo
en 1948 con la creación del Estado Judío: «MEDINAT ISRAEL».