PRENSA

Las consecuencias, o ausencia de ellas, de ser un antisemita. Por Julián Schvindlerman

Twitter, al igual que Facebook, algunos descubren tardíamente, puede ser un arma de auto-destrucción masiva. Si no, pregúntele a Guillermo Zapata, el exokupa español devenido concejal madrileño, quien días atrás perdió su puesto político apenas asumió funciones. ¿La razón de su caída? Unas bromas de pésimo gusto que tuiteó unos años atrás. «¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un (Fiat) 600?”, jocosamente preguntó a unos amigos. «En el cenicero” respondió. Ese mensaje venía a colación de otro comentario tarado tuiteado por el cineasta español Nacho Vigalondo, quien al notar que tenía 50.000 seguidores exclamó exultante: «Ahora que tengo más de 50.000 followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El holocausto fue un montaje!”. Esa frase le costó su relación con el diario El País. Ambos se disculparon públicamente y juraron no ser antisemitas. Aún así, perdieron sus trabajos. Ver Nota Completa en: http://www.paginasiete.bo/opinion/2015/6/23/consecuencias-ausencia-ellas-antisemita-60800.html.