PRENSA

Las siniestras sonrisas de Lausana (Suiza). Por Victor Zajdenberg

El declive y la caída del Imperio Romano comenzaron  mucho antes de su ocaso final cuando este decidió contener y no aniquilar a los bárbaros que rodeaban Roma quienes, mediante batallas de guerrillas primero y guerras formales más adelante, manifestaban abiertamente la voluntad de destruir la civilización romana.
Roma comenzó subsidiando a los bárbaros y prosiguió educando e instruyendo a los propios hijos de estos pueblos incultos quienes aprendieron las técnicas guerreras romanas que les sirvieron, mas tarde, para la acometida final contra el Imperio.
Casi dos milenios después, el Primer Ministro de Gran Bretaña Arthur Neville Chamberlain ratificó la conquista de Etiopía por la Italia fascista de Benito Mussolini y en 1938 firma el Pacto de Múnich con Adolf Hitler, el Canciller de la Alemania nazi, entregando Checoeslovaquia en aras a una supuesta “Paz para Europa” que finalizó con una guerra que produjo 50 millones de muertos, de ellos 6 millones de judíos de los cuales 1,5 millones eran niños.
El 2 de Abril de 2015 se habrá de convertir en otra de las fechas nefastas de la humanidad pues en Lausana la Jefa de Política Exterior de la Unión Europea (UE) Federica Mogherini y el Secretario de Estado norteamericano John Kerry, representando al G5+1, los cinco miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (EE.UU, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China + Alemania), acaban de firmar un “Acuerdo” preliminar macro, sobre la problemática del “programa nuclear iraní-sanciones aplicadas ONU”, con el Ministro de Exteriores de la teocrática República Islámica de Irán Mohamad Javad Zarif.
El Presidente de los Estados Unidos Barack Obama lo declaró como un “Acuerdo histórico”, el Premier del Estado de Israel Benjamín Netanyahu lo denominó como “Un error histórico” y “Una amenaza a la supervivencia de Israel”, los sauditas y egipcios manifestaron su gran preocupación por este “Mal Acuerdo” y el Líder Republicano del Congreso Norteamericano John Boehner exigió que el tratamiento del “Acuerdo” sea auditado por el Capitolio, considerando que si se llegara a un dictamen negativo  este sería derogado por un futuro gobierno republicano.
Fue terrible tener que ver por los noticiosos internacionales, durante las firmas y declaraciones de los actuantes,  las cínicas y obligadas sonrisas de la Mogherini y de Kerry, pero peores fueron las sensaciones y efectos que demostró la perversa sonrisa de satisfacción del iraní Zarif que a las claras mostraban el triunfo de sus inicuas exigencias.
Resulta que los negociadores norteamericanos y europeos del “Acuerdo” cometieron un error trascendental desde el inicio mismo de las conversaciones al no presentar ni imponer nada que fuera perjudicial para las estrictas condiciones que exigían los negociadores iraníes, demostrando de entrada que estaban dispuestos a ser obsecuentes con estos últimos con tal de llegar a “cualquier resultado” ya que este sería mejor que no llegar a ninguno.
“Estados Unidos parece estar negociando teniendo in mente la idea de que el peor resultado posible de las negociaciones es un no acuerdo” dice Alan Dershowitz, Profesor de la Escuela de Derecho de Harvard.
En general esta forma de negociación es ideal para que la osada contraparte se envalentone y exija cada vez más, incluso condiciones que no hubieran sido seguras de lograr.
Es exactamente lo que sucedió con los negociadores palestinos que exigieron al Gobierno anterior de Netanyahu reclamos de cumplimiento imposible, pero como este no es Obama se opuso a este juego lesivo que hubiera dañado la seguridad y comprometido el futuro de Israel.
Las últimas elecciones realizadas en las que triunfó el Partido Likud, encabezado por Bibi Netanyahu, han demostrado que la mayoría de la población no está dispuesta a vender su seguridad e integridad y ha preferido un “no acuerdo” a un “mal acuerdo”.
Obama, por el contrario, arremete contra la mayoría de su propio Congreso, no escucha a sus aliados sunitas del Medio Oriente (Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Kuwait) y prescinde del reclamo existencial de Israel, prosiguiendo sin pausa con este “mal acuerdo” que ni siquiera toma en cuenta la consideración de contemplar requerimientos sugeridos por Netanyahu que hubieran demostrado, al menos, un cambio de posiciones ideológicas en Irán.
Se trata de propuestas basadas en la “cláusula del ocaso” que proviene del Derecho Romano y es aplicado, desde aquel entonces, por el Derecho Internacional en numerosas oportunidades en las que fueron necesarias contemplar la introducción de agregados, cambios o nuevas cláusulas inéditas con el objeto de prevenir y coartar futuras interpretaciones y reclamos.
La “cláusula del ocaso” es una provisión en una Ley o Tratado que termina derogando en su totalidad o en varias de sus partes a otra Ley, Leyes, Tratados anteriores o paradigmas preestablecidos con el fin de asegurar el cumplimiento del objeto principal.
Alan Dershowitz agrega que “Nunca sabremos si Irán hubiera aceptado una “cláusula ocaso” condicionada porque los defensores del actual acuerdo, dentro y fuera de la Administración Obama, le han dicho a Teherán que si rechaza la propuesta la retirarán de la mesa para que no ponga en peligro el acuerdo. ¿Qué incentivo tendrían los iraníes para estudiar detenidamente la referida propuesta? ¡Ninguno!”. “Estamos negociando desde la debilidad porque hemos convencido a los iraníes de que necesitamos el acuerdo, cualquier acuerdo, más que ellos”.
La “cláusula del ocaso” se instrumentó durante la firma de los Tratados de Westfalia en 1648 terminando con la “Guerra de los Treinta Años”, estableciendo nuevas fronteras y creando en Europa los Estados-Nación que, con algunas variantes, perduran hasta hoy en día.
El Congreso de Viena de 1815, convocado luego de la derrota de Napoleón que quería crear un Imperio mundial, fundamentó la estructura de una paz duradera que perduró durante 100 años, hasta la 1ª. Guerra Mundial de 1914.
Tomando ejemplos del Medio Oriente podemos considerar que la firma del Tratado de Paz entre Egipto e Israel (Sadat-Beiguin) y el de Israel-Jordania (Rabín-Hussein), con cláusulas que son respetadas desde el mismo día de la firma de dichos Tratados, crearon fronteras seguras y confiables para todas las partes involucradas desde 1979 hasta la fecha.
Para que el “Acuerdo” con la República Islámica de Irán tuviera un principio de validez deberían ser incluidas, a continuación de los ítems tecnológicos y de los tiempos de cumplimiento equivalente entre la disminución significativa de las capacidades nucleares iraníes y el paulatino levantamiento de las sanciones, las siguientes “cláusulas del ocaso”:
1. Restablecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre EE.UU e Irán.
2. Compromiso garantizado de Irán para abandonar la exportación del terrorismo externo.
3. Finalización definitiva de las amenazas permanentes de destrucción del Estado Hebreo.
4. Desaparición oficial de la designación como “ente sionista” al Estado de Israel.
5. Aceptación de la existencia de la Shoá y los 6 millones de judíos incinerados en los campos.
6. Reconocimiento del Estado de Israel viviendo en paz, con seguridad y fronteras estables.
7. Legalización de los Derechos Humanos fundamentales en todos los campos como ser, los derechos de las mujeres, los homosexuales, los opositores, los artistas, los intelectuales, las diversas religiones existentes que incluyen a la perseguida religión de los Baha´i, etc., prohibiendo para siempre los latigazos, las ejecuciones sin causa, los ahorcamientos en público, las amputaciones de dedos, etc.
Lamentablemente a la República Islámica de Irán solo le interesa el levantamiento de las sanciones impuestas por la ONU y para ello supuestamente accede a realizar una pausa en su proyecto misilístico-nuclear permitiendo inspeccionar sus instalaciones “visibles”.
¿Quién habrá de controlar el cumplimiento de la totalidad del proyecto en aquellos sitios e instalaciones “no visibles” que probablemente se encuentran a centenares de metros bajo tierra? La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) ya lo ha intentado hacer en el pasado y fueron despedidos sin causa no permitiendo, nunca más, su regreso al país.
Hasta el escritor israelí David Grossman, un opositor de Netanyahu y de la Derecha, ha criticado a EE.UU por “ingenuidad criminosa”, aconsejando al mundo prestar atención al discurso de Netanyahu en el Congreso de los EE.UU.
Hay tiempo todavía hasta el 30 de Junio de 2015 para incluir en el “Acuerdo” las cláusulas necesarias que permitan evitar la firma de un “mal acuerdo” que pondría en peligro la causa de la paz global, la seguridad de los países aliados del Medio Oriente y, especialmente, la supervivencia del Estado Judío de Israel.