PRENSA

Auschwitz, la herida que nunca cierra

Por Mario Cohen, presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí. Un día como hoy, hace 70 años, la humanidad se encontró con “el acontecimiento más monstruoso de la historia humana”, como lo calificara Norberto Bobbio. El nazismo quería generar un hombre autoritario, impiadoso, y sin responsabilidad para con los otros seres humanos. Y Auschwitz era apenas un engranaje dentro del sistema de asesinatos masivo de los judíos, conocido como “Holocausto” o preferentemente “Shoá” (también fueron asesinados patriotas, homosexuales, distintas minorías). Auschwitz-Birkenau era un conjunto de campos de trabajo esclavo y de experimentación médica, al tiempo que una fábrica de la muerte. Allí fueron asesinadas 1.100.000 personas. Rudolf Höss, quien fuera su comandante, comentaba fríamente: “Se llevaba a la gente a las cámaras de gas (…) Entraban de a 200, todos apretados (…) Normalmente se tardaba de 3 a 15 minutos en aniquilar a toda la gente, es decir, en que no quedasen signos de vida (…) En 24 horas se podía incinerar a 2000 personas en los cinco hornos”. Sin el menor remordimiento arguyó que cumplía órdenes: “Que fuera necesario o no ese exterminio en masa de los judíos, a mí no me correspondía ponerlo en tela de juicio, quedaba fuera de mis atribuciones”.