Miles de jóvenes marcharon en la segunda edición de «Antorchas por la Shoá», una caminata que reúne a adolescentes de diferentes credos. Por segundo año consecutivo, se recordó así al Holocausto junto con sobrevivientes e instituciones representativas de la cultura e historia judías. La actividad, convocada por la DAIA, comenzó con una marcha desde Avenida del Libertador y Olleros y tuvo como destino la Plaza de la Shoá. «Viendo a estos jóvenes, estoy convencido de que las voces de los sobrevivientes y las víctimas nunca se van a callar», sostuvo Julio Schlosser, presidente de DAIA. Asimismo, afirmó que «muchos pretenden negar qué pasó y tapar el sol con las manos; pero la Shoá no se tapa, la Shoá pasó y estamos aquí para recordar a las víctimas». La caminata de jóvenes fue encabezada por el presidente de la DAIA, Julio Schlosser; el vicepresidente 1º, Waldo Wolff; la integrante del Consejo Directivo, Rosa Meresman de Fishman; el secretario general de la AMIA, Mario Sobol; y el presidente del Museo del Holocausto, Claudio Avruj; junto al resto de las instituciones convocantes. La caminata estuvo coronada con antorchas y carteles que expresaban «No al negacionismo», «No olvidamos la Shoá», «Luchamos contra el racismo» y «Comprometidos con la memoria». En la plaza ubicada en Libertador y Bullrich, se realizó un acto donde la sobreviviente del holocausto, Jaika Grzmot brindó su testimonio: «Estamos reunidos porque tenemos memoria y la falta de memoria nos condena a la repetición de los hechos de terror.» Para finalizar el acto, se cantó la canción «Yo vengo a ofrecer mi corazón». Participaron la DAIA, AMIA, el Seminario Rabínico Latinoamericano, ORT , Hacoaj, CISSAB, la Vicaría de Educación, la Confraternidad Judeocristiana, la embajada de Activistas por la Paz, FEDECC, Generaciones de la Shoá, Macabi, el Nacional de Buenos Aires, la Escuela Superior Carlos Pellegrini, la Asociación de Institutos de Educación Privada, Scouts de Argentina, FACCMA, Hebraica, Sherit Hapleitá, la OSA, el Museo del Holocausto, el Ministerio de Educación de la Ciudad, la Subsecretaría de Derechos Humanos porteña y el Consejo de Educación Cristina Evangélica.
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