PRENSA

Hallan 60 obras que se suman al presunto “tesoro nazi”

Las más de 1.400 obras de arte que el Estado alemán se llevó en febrero de 2012 del departamento de ‎Munich que pertenece a Cornelius Gurlitt, un anciano de 81 años, no son las únicas del presunto “tesoro ‎nazi” que se dio a conocer en noviembre del año pasado: ayer, el vocero de Gurlitt anunció que su ‎representado guardaba unas 60 obras más en su casa en Salzburgo, Austria. Monet, Renoir y Picasso ‎fueron autores de algunos de los trabajos que se confiscaron el lunes, según detalló Stephan Holzinger, ‎portavoz de quien se autoproclama único dueño de todas esas obras, cuya procedencia está bajo la lupa ‎porque podrían haber sido sustraídas por el régimen nazi a sus propietarios legítimos.‎
Holzinger aseguró que las 60 obras que fueron decomisadas de la casa que Gurlitt tiene en uno de los ‎barrios más acomodados de la ciudad natal de Mozart “ya están en un lugar seguro”, para que el Estado ‎alemán pueda investigar su procedencia.‎
Es que justamente es la llegada de esos trabajos –hay pinturas, pero sobre todo dibujos y grabados, y ‎firmas como las de Eugène Delacroix, Henri Matisse, Auguste Rodin, Marc Chagall, Edvard Munch y ‎Max Liebermann– a la familia Gurlitt, lo que investiga actualmente la Justicia alemana.‎
Hildebrand, el padre de Cornelius y su ejemplo inalcanzable de vida, fue marchante de arte, galerista y ‎hasta dirigió algún museo. Cuando el nazismo llegó al poder, fue uno de los pocos marchantes autorizados ‎por el régimen a comerciar lo que el propio nacionalsocialismo denominó “arte degenerado”: todo aquello ‎que por su modernidad merecía ser prohibido por todo fascismo que se preciara. Aunque su hijo haya ‎asegurado al diario alemán Der Spiegel que el galerista compraba algunas obras para “salvarlas del fuego” ‎nazi, la sospecha es que se haya apropiado –o comprado en condiciones muy desfavorables para quien ‎huía o se deshacía de preciados bienes en medio de la desesperación– de al menos varias centenas de las ‎obras que el Estado alemán confiscó a Cornelius Según la fiscalía, las instituciones o galerías que exponían ‎ese “arte degenerado” –que incluía trabajos, por ejemplo, de Munch y Chagall– o las familias judías que ‎hubieran tenido su colección privada de arte, podrían haber sido víctimas del expolio que condujo las ‎obras hasta Hildebrand Gurlitt.‎
Los funcionarios que bajaron de una pared de Munich una pintura de Liebermann, sacaron de un placard ‎otra de Chagall y envolvieron con cartones más de un millar de obras, son para Cornelius “los extraños”, ‎tal como los definió en Der Spiegel. “Con los cuadros podría haber esperado a la muerte. No hay nada en ‎mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”, dijo en noviembre. Gurlitt transitó su vida ‎dedicándose a admirar a su padre, que murió en 1956, y a vincularse con esas obras que lo rodearon en ‎Dresde, en Salzburgo, y en Munich, lugar que señala como “el origen de toda desgracia” en alusión al ‎discurso programático que Hitler pronunció en esa ciudad.‎
‎“Espero que todo se aclare rápidamente y me los devuelvan”, dijo hace algunos meses. Ahora que el ‎‎“tesoro nazi” se amplió, puede haber más familias interesadas en revisar el inventario que Alemania ha ido ‎revelando fragmentariamente. Aunque Gurlitt haya asegurado que “voluntariamente no devolverá ni una ‎obra”.‎