PRENSA

Otro episodio de vandalismo e intolerancia que lastima profundamente a la sociedad

A poco más de un mes de las profanaciones que se registraron en la iglesia porteña de San Ignacio de Loyola y en el templo metodista de Rosario, se sumó ahora un nuevo episodio, esta vez en el Santuario de Schoenstatt de La Plata, sometido en las últimas jornadas a una serie de incomprensibles ataques a la capilla y a la figura escultórica de la Inmaculada Concepción que se encuentra en el jardín de acceso, a la que manos anónimas cortaron la cabeza. Tal como se dijo al analizar en esta columna aquellos dos primeros episodios, lo más grave que podrían dejar traslucir es que esos actos puedan dejar de ser aislados y hagan reaparecer el fantasma de la intolerancia y de la sinrazón en nuestro país. Por lo tanto, es responsabilidad ineludible de las autoridades hallar y sancionar a los responsables, entre otros motivos, para evitar que se propaguen agravios de naturaleza similar. En el caso del Santuario de Schoenstatt, tal como fue informado, el primero de los ataques se produjo hace unos 10 días cuando los símbolos del Vía Crucis fueron despegados de las columnas del jardín y arrojados a la vereda. Algunas cruces pudieron ser recuperadas y dos desaparecieron. También apareció rota una placa en la que se encontraba una oración que habitualmente es rezada por los jóvenes del movimiento religioso. Importa establecer que este tipo de episodios causan consternación y lastiman profundamente a la sociedad argentina y, muy especialmente, cuando se trata de bienes estrictamente espirituales los que resultan víctimas de la sinrazón.