El estudiante mexicano de Derecho se sorprendió por lo fácil que le resultó llegar a Irán: hace dos años, en una fiesta, bastó con que hiciera algunas preguntas sobre el islam para despertar el interés de un alto diplomático iraní en México. Meses después, tenía un pasaje de avión y una beca para una desconocida escuela en Irán. Luego vinieron el inicio de las clases y una segunda sorpresa: había decenas de jóvenes como él. «En mi clase éramos unos 25 o 30, todos de América latina», recuerda Carlos, el estudiante mexicano, que tenía apenas 19 años cuando llegó a un pequeño instituto que se presenta a sí mismo como una escuela iraní para hispanos. «Tenía compañeros colombianos, venezolanos, y varios argentinos.» Todos participaban de un curso de inmersión dictado en perfecto español sobre «islam y antinorteamericanismo». Carlos, que prefiere no revelar su nombre completo, volvió a su casa tres meses después, pero su breve aventura iraní permite entrever los alcances de un peculiar programa de Irán que apunta a los jóvenes adultos de países al sur de Estados Unidos. En los últimos años, con ese programa, cientos de latinoamericanos viajaron a Irán para tomar cursos intensivos de religión y cultura iraní dictados en español y supervisados, en gran medida, por un hombre sobre el que pesan cargos de terrorismo. Ellos describen el programa como parte de una estrategia más amplia de Irán para expandir su influencia en el hemisferio occidental generando una red de seguidores y aliados en el continente americano. La iniciativa no sólo contempla el reclutamiento de jóvenes extranjeros para estudiar en Irán, sino también un acercamiento a los países de la región con la construcción de mezquitas y centros culturales, y desde 2012, con una red de televisión por cable que transmite programación iraní en español.ctivo”. El informe acusa al clérigo iraní y funcionario de gobierno Mohsen Rabbani, que coordina varios programas para estudiantes latinoamericanos. Ex agregado cultural de Irán en Buenos Aires, Rabbani fue acusado por la Argentina de colaborar con la voladura de la AMIA-DAIA en 1994, en la que perdieron la vida 85 personas.
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