PRENSA

La quema de libros, el primer paso hacia la barbarie del nazismo

Un espacio blanco y vacío, un hueco en el suelo, en medio de la céntrica Plaza Bebel de Berlín. A través de un vidrio, quienes se asomen verán los estantes de una biblioteca en la que, sin embargo, no hay libros. Con esta angustiante instalación, el israelí Micha Ullman recuerda la quema de la cultura perpetrada hace 80 años por los nazis. Pero no sólo se quemaron libros en la antigua Opernplatz (la Plaza de la Ópera) de Berlín: en más de 20 ciudades de Alemania los nazis se lanzaron a la caza de la cultura, de los escritores más conocidos de esos años. Apenas habían transcurrido tres meses desde que Adolf Hitler había tomado el poder y ya podían verse las hogueras: «La revolución nacionalsocialista no iba a detenerse ante los escritorios en los que se escribe y crea poesía», fueron las palabras del escritor nazi Hanns Johst para referirse a los sucesos. La quema de libros fue el punto más alto al que llegó la «Acción contra el espíritu antialemán», pero ese 10 de mayo no fue la primera vez que ocurrió en la historia alemana: en 1817, estudiantes nacionalistas habían recordado la Batalla de las Naciones contra Napoleón echando al fuego el Código Napoleónico y obras de autores judíos. «Donde se queman libros, se acabará por quemar personas», escribió a propósito el poeta Heinrich Heine (1797-1856). La historia le dio la razón: la quema de libros por los nazis fue sólo el preludio del asesinato de los judíos de Europa.