PRENSA

El Gobierno tergiversa las grandes causas nacionales. Por Claudio Presman Legislador de la Ciudad (Jefe del Bloque UCR) Y Secretario del Congreso Judío Latinoamericano.

Con la reciente aprobación legislativa a la firma del acuerdo con Irán para crear ‎una Comisión de la Verdad, los argentinos hemos asistido a otra de las acciones ‎del repertorio político kirchnerista.‎
Un juego perverso de engaño permanente.‎
Se cuelgan de las grandes causas nacionales, esas que mueven pasiones, como ‎Malvinas, YPF, las AFJP y ahora la Causa AMIA. Y las destrozan, las aniquilan, las ‎vacían de contenido y las resignifican. ‎
‎¿Quién puede oponerse a semejantes causas patrióticas? Sólo los antipatrias, los ‎antiargentinos. ¿O acaso no queremos que nuestros recursos naturales y ‎energéticos sean administrados por el Estado? ¿No pretendemos esclarecer de ‎una vez por todas y para siempre los dos atentados más sangrientos de nuestra ‎historia? Absolutamente. Pero no expropiando sólo las acciones de Repsol, ‎mientras siguen beneficiando desde YPF a los amigos del poder como Eskenazi. Y ‎finalmente, no pisoteando la memoria de las 85 víctimas, que a casi dos décadas ‎de la voladura de la AMIA no encuentran paz ni justicia. ‎
El kirchnerismo nos marca la agenda, nos dice sobre qué discutir y mantiene ‎ocupada a la opinión púbica con temas siempre “urgentes e ineludibles”. Como si ‎tuviera en reserva diferentes causas nacionales para ir administrando de acuerdo ‎con el contexto político. ‎
Existe un intento desesperado y permanente por “judeizar” la Causa AMIA, como ‎si sólo afectara a un sector minoritario de la sociedad. Frente a esto, nuestra ‎obligación es desentrañar la falacia kirchnerista, en la que cada decisión es una ‎batalla épica. Un gobierno que intenta apropiarse de la bandera de los Derechos ‎Humanos decide resignar los Derechos Humanos de las víctimas y de la sociedad ‎argentina, aprestándose -según asegura nuestro canciller- a “indagar” en un país ‎negacionista (que promueve borrar a Israel del mapa y viola permanentemente ‎las libertades individuales de sus ciudadanos) a los imputados del más grave ‎atentado de nuestra historia. ‎
No debemos tolerar el engaño.‎