PRENSA

Entre insultos y gritos, avanza el pacto con Irán

Fueron siete horas de tensión, en las que oficialismo y oposición se repartieron, a ‎los gritos, chicanas, insultos y acusaciones. El canciller Héctor Timerman se sumó ‎a la pelea frontal al disparar irónicas críticas contra la UCR y el macrismo. El final ‎era cantado: los diputados oficialistas impusieron su dictamen, que ratifica el ‎acuerdo con Irán por el atentado contra la AMIA, y la oposición se retiró ‎indignada. Del debate sólo quedaron los ecos de la batalla.‎
El escenario fue el plenario de las comisiones de Relaciones Exteriores, Asuntos ‎Constitucionales y Justicia de la Cámara de Diputados. Allí concurrió ayer el ‎canciller Timerman para defender, una vez más, el polémico memorándum que el ‎gobierno de Cristina Kirchner suscribió con Irán, por el cual se propone crear una ‎Comisión de la Verdad que revisará todo lo actuado por la justicia argentina en la ‎causa del atentado de 1994, que provocó 85 muertes.‎
El oficialismo pretende convertirlo en ley hoy en el recinto: para eso, ya se habría ‎asegurado el quórum con la reasunción de dos diputados kirchneristas que habían ‎dejado el Congreso para cumplir funciones ejecutivas en sus provincias.‎
En este clima caldeado, Timerman se presentó con un discurso calcado del que ‎pronunció hace 15 días en el Senado: insistió en que por primera vez el juez ‎federal de la causa Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Alberto Nisman tendrán la ‎oportunidad de interrogar a los funcionarios iraníes acusados del atentado, lo que ‎permitirá destrabar la investigación, que, a su juicio, «está paralizada».‎
‎»Sin este paso [la declaración indagatoria] será imposible avanzar hacia el juicio ‎oral y la formulación de condenas», insistió el canciller.‎
Al escucharlo, el jefe de bloque de diputados de la UCR, Ricardo Gil Lavedra, ‎reaccionó indignado. «¡Eso es falso! ¡Basta de verso! La causa está trabada porque ‎Irán se niega a extraditar a los acusados a la jurisdicción argentina. ¡Con la ‎indagatoria [de los acusados] se termina todo!», exclamó. Hizo suya la ‎preocupación central y unánime de toda la oposición y de los familiares de las ‎víctimas: que con este memorándum Interpol deje sin efecto los pedidos de ‎captura internacional (notificaciones rojas) que pesan sobre los funcionarios ‎iraníes imputados.‎
Siempre flanqueado por el presidente de la Cámara, Julián Domínguez, Timerman ‎insistió en que sólo el juez de la causa puede desactivar estas notificaciones, pero ‎la oposición insistió con sus sospechas. «Yo quiero que haya un juicio oral, no ‎tenemos otros intereses. ¡No como ustedes que, cuando fueron gobierno, le ‎vendían cereales [a Irán]!», exclamó.‎
Sobrevinieron gritos y abucheos del coro radical. «¡Desde 2006 ustedes ‎aumentaron el comercio con Irán en más de mil por ciento!», bramaron. Gil ‎Lavedra revoleó una copia de la página web de Cancillería en la que se revela que ‎el Gobierno vendió reactores nucleares a Irán en 5 millones de dólares.‎
‎»Eso es un error, imposible», balbuceó Timerman. El canciller ya se mostraba ‎visiblemente molesto. Pero hubo un pasaje del debate que lo sacó de las casillas. ‎Fue cuando el jefe del bloque Pro, Federico Pinedo, advirtió que difícilmente Irán ‎acepte la jurisdicción argentina y que, por ende, las declaraciones indagatorias no ‎serían viables.‎
‎»¿Fue una exigencia de Irán firmar el memorándum el día del Holocausto?», ‎preguntó Pinedo. Timerman estalló. «¡Es una vergüenza, jamás creí que usted ‎caería tan bajo al preguntarme esto! ¡Retire sus palabras, diputado Pinedo!», ‎exigió el canciller.‎
Otra vez el griterío. Felipe Solá intentó mediar, pero el ultrakirchnerista Carlos ‎Kunkel lo interrumpió a los gritos. «Callate, pelotudo», respondió Solá en medio de ‎la turbulencia. Pero, lejos de aplacarse, la tensión prosiguió y llegó al clímax ‎cuando, al promediar su discurso, el jefe de bloque de diputados oficialistas, ‎Agustín Rossi, criticó a la oposición por su embestida contra el canciller y acusó al ‎macrismo de encubrir al ex jefe de la Policía Metropolitana José «Fino» Palacios.‎
La diputada Laura Alonso (Pro) reaccionó indignada. «¡Callate, atorranta!», le gritó ‎el diputado ultrakirchnerista y jefe de La Cámpora, Andrés «Cuervo» Larroque. La ‎legisladora saltó como un resorte. «¡Parate y decilo otra vez. Sos un cagón!», ‎respondió Alonso.‎
Aquél fue uno de los pasajes más tensos. También el que protagonizó la diputada ‎Elisa Carrió (Coalición Cívica). «Usted me ha entregado, siento que ha entregado al ‎pueblo hebreo y siento que ha entregado al pueblo argentino, y que hubiera ‎renunciado antes de firmar esta vergüenza», le dijo a Timerman, que alguna vez -‎hace ya 10 años- integró su fuerza política. Esta vez no hubo gritos en la sala. ‎Sólo silencio.‎