PRENSA

El tercer atentado es de índole moral. Por Santiago Kovadloff

Hubo en el pasado una industria de la muerte. Prosperó en los campos de ‎concentración alemanes. Hay ahora una comercialización de la muerte. Acaba de ‎convalidársela en el Parlamento argentino.‎
Ahmadinejad puede sentirse satisfecho. A su negacionismo de la Shoá se suma ‎ahora la subestimación del dolor judío por parte del Estado argentino. Si se trata ‎de renegar de lo sucedido, la coincidencia no podía ser mayor.‎
A los dos atentados materiales que ya tuvieron lugar se agrega ahora este tercer ‎atentado que es de índole moral y que, una vez más, es cometido en la Argentina. ‎Con él ha volado por el aire la máscara que cubría la cara del delito y la mentira. ‎Hoy no hay conexión local en la siembra del espanto; hoy todos los responsables ‎de lo ocurrido son argentinos y forman parte del gobierno nacional.‎
La defensa del acuerdo establecido con Irán es clara en su propósito: se trata de ‎convertir a los verdugos en inocentes y a los inocentes asesinados en seres ‎insignificantes.‎
Con este acuerdo humillante, la Argentina se aparta de la verdad y de la historia. ‎De la historia, porque la historia pide que no haya olvido. De la verdad, porque la ‎verdad reclama justicia y sólo se le brinda el encubrimiento del crimen y el ‎desprecio del dolor.‎
‎¿Dónde está el progresismo de quienes se subordinan al mandato de los ‎delincuentes?‎
‎¿Dónde está la política de derechos humanos de un gobierno que tiene oídos para ‎los que violan esos derechos y no los tiene para quienes exigen su vigencia?‎
Ayer la verdad ha sido vendida al mejor postor por el Parlamento. Su ‎responsabilidad era resguardarla. Y la ha rifado. Mayoría de la pequeñez y de lo ‎infame. Mayoría de lo vergonzoso y lo perverso. Mayoría del desprecio por la ‎soberanía nacional. Mayoría de la bajeza ejercida sin temblar y de la obediencia ‎debida practicada con fervor.‎
Ni la justicia argentina ni la comunidad política del país ni la colectividad judeo-‎argentina están con el Gobierno. Pero el Gobierno no está solo. El Gobierno está ‎con Irán.‎
Hay desde ayer una nueva clase de desaparecidos en la Argentina. Son los ‎asesinados en la AMIA y la embajada de Israel.‎
El Gobierno ha decidido, con su acuerdo escalofriante, terminar con su ‎significación como fundamento de la búsqueda de la verdad y la justicia. Los ha ‎hecho desaparecer como límite intransponible de toda conducta indigna. Ha ‎volatilizado su valor real y simbólico para convertir en un patético acuerdo la ‎indignidad. El Gobierno lo sabe. Lo sabemos nosotros. El olvido no tendrá lugar.‎