Con fuertes críticas a la dirigencia comunitaria, la comunidad judía argentina recordó hoy jueves a los desaparecidos judíos en la última dictadura.
La tradicional ceremonia de la comunidad judía argentina a los desaparecidos en la dictadura tuvo entre sus oradores a Daniel Tarnopolsky, quien en nombre de los familiares y las víctimas de la dictadura dio un fuerte discurso contra la dirigencia comunitaria y cargó también contra el gobierno de Israel.
Luego de describir su relación con las instituciones de la comunidad judía argentina, Tarnopolsky se quejó porque organizaciones como AMIA y DAIA le “cerraron las puertas a quienes buscaban a los suyos”.
“¿Como podía ser que exigieran al Estado de Israel que bien complicado estaba con la venta de armas que sobre todo no se ocupara sobre el tema de los desaparecidos porque eran todos subversivos? Que no se trataba de un tema de antisemitismo sino de guerra contra a subversión”, afirmó en relación a la posición tomada por Israel frente al gobierno militar argentino.
Asimismo, Tarnopolsky recordó la situación vivida en la Cancillería israelí. “En el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel escuche a los 19 años como me dijeron: ‘no nos podemos ocupar de vos porque nos piden que no nos podemos ocupar de vos’”. “Ese día decidí que me iba de Israel porque no me sostenían”, agregó.
Asimismo, se preguntó “cómo podía ser que se sacaran fotos con (Jorge) Videla y sean recibido por (Eduardo) Viola con una delegación que partía a las Macabeadas, allá por los años ‘80”.
Fue en ese tramo de su discurso que volvió a cargar contra las instituciones comunitarias por haber “dejado de lado a los suyos, a los socios, a la gente que había fundado sus propias instituciones”. “Mi padre tenía el número 25 como socio de Hacoaj”, señaló.
“¿Por qué eran secuestrados los secuestrados? ¿Por qué tenían otra ideología? Muchas veces ni siquiera la tenían. Merecían ser secuestrados porque tenían otra ideología, violados, torturados y robados sus bebes de los propios vientres de sus madres para terminar tirados al mar desaparecidos para siempre”, expresó.
Tarnopolsky afirmó que “era eso lo que sostenían las instituciones judías argentinas”. “Incluso ya en la misma época de (Raúl) Alfonsín seguían defendiendo los actos de la dictadura acusando a los desaparecidos”, agregó.
“Desde hace 36 años que no cesamos de luchar y no cesáremos hasta dar con los cómplices de terribles actos”, aseguró.
Por su parte, Benjamín Schwalb, de la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos en Argentina, quien comentó que su hija está desaparecida y realizó un reconocimiento al rabino Marshall Meyer, a la comunidad Bet El y al ex presidente de la AMIA, Abraham Kaul, quien lo ayudaron y colaboraron en su lucha.
“Hubo otras institución que no ayudaron”, dijo Schwalb, quien pidió que todos colaboren en los juicios por los desaparecidos judíos.
Otro de los oradores fue el juez federal Daniel Rafecas, quien relató cómo fue su punto de contacto para estudiar lo ocurrido en el Holocausto.
“Me preguntaba como fue humanamente posible la Shoá. Como juez me toco ser juez en suerte para reconstruir los días en algunos centros clandestinos de detención como El Vesubio. En los centros, el 15 por ciento de los detenidos eran judíos”, apuntó Rafecas, a lo que agregó que ellos tenían la posibilidad del “traslado” para finalmente convertirse en “desaparecidos”.
“La Shoá como los centros clandestinos detención son la demostración del triunfo del mal absoluto”, aseveró el magistrado, quien apuntó que “existe otro factor común entre dos casos que es el antisemitismo porque para los perpetradores eran un objetivo borrar al pueblo judío de la Tierra”.
Para Rafecas, está demostrado que en el Holocausto como luego en el terrorismo de Estado de la Argentina “el odio antisemita estuvo presente”.
“Hoy estamos en la AMIA, una casa en la cual el odio antisemita tuvo su efecto con el atentado. No podemos permitir que vuelvan a ocurrir hechos como estos. Actualmente existe una política de Estado de mantener la memoria y honrar a las víctimas”, destacó Rafecas.
En tanto, José Scaliter, vicepresidente de la AMIA en ejercicio de la presidencia, dijo que “ser judío en un centro clandestino en la Argentina significaba tener mayores chances de sufrir los peores vejámenes, porque los represores argentinos, convalidaban aquella versión de la identificación del judaísmo con el bolchevismo que habían instalado los nazis tres décadas antes”.
“Sólo en el documento ‘Nunca mas’, producido por la Conadep en 1984 hubo denuncias de 8.956 casos de desaparecidos, 1.117 de los cuales eran judíos. Eso indica una proporción de 12,4 por ciento…Creo que huelgan las palabras”, consideró.
Scaliter sostuvo que “esta impronta antisemita del proceso genocida instaurado en Argentina ratifica el nivel de institucionalización en el que se encontraban ancladas las prácticas discriminatorias antijudías y la percepción global del judío como ‘enemigo’ y, por lo tanto, como ‘víctima especial’». “Por otra parte, revela que en gran parte de los cuadros operativos y dirigenciales de las fuerzas de seguridad operantes en este proceso genocida, el antisemitismo y el filo-nazismo se desarrollaban como una parte sustancial y relevante de su ideología”, agregó.
El dirigente destacó la importancia del homenaje realizado en la AMIA “frente a los discursos negadores de la Shoá, como a los que minimizan los actos terroristas y los discursos que dicen ‘basta de hablar de los desaparecidos, esto ya pasó, miremos par adelante…’»
“Es fundamental seguir luchando por Memoria, Verdad y Justicia, sin las cuales es imposible construir el presente ni tener futuro”, subrayó.
En representación de la DAIA, el secretario general, Jorge Knoblovits, quien estuvo acompañado por Leonardo Feiguin y Marcelo Mann, admitió que la institución “tuvo una historia compleja”.
“Una historia integrada por hombres y de estos hombres algunos no supieron hacer las cosas y otros no se animaron. Para los que no quisieron no tenemos palabras y para los que no se animaron le hubiésemos pedido más valentía para poder jugarse en ese momento”, dijo.
Knoblovits aclaró que la actual conducción de la DAIA “va a reparar lo que la DAIA no supo hacer en su momento y va a hacer un acto público de reivindicación para que estos hijos se vuelvan a reincorporar a esta institución”.
“Lo que no se supo hacer aprenderemos a hacerlo todos juntos”, concluyó Knoblovits.
El homenaje se realizó en la sala de sesiones de la AMIA y estuvieron el Gran Rabino de Argentina, Shlomó Ben Hamu, el ex presidente de la AMIA, Abraham Kaul, Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Uriel Erlich, en representación del Ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires, el subsecretario de Derechos Humanos de la ciudad de Buen Aires, Claudio Avruj, la embajadora de Israel en la Argentina, Dorit Shavit y el consejero Ofer Moreno.
También hubo varias cartas de adhesión como la del senador Daniel Filmus y Mara Brawer y una adhesión del director del Programa de Educación y Memoria de la ciudad de Buenos Aires.