El intento de ilegalizar el partido de ultraderecha NPD tras la serie de asesinatos neonazis destapados el año pasado en Alemania distanció al gobierno de Angela Merkel de los gobiernos regionales y reabrió el debate sobre el antisemitismo en el país.
El gobierno federal decidirá en el 2013 si inicia el proceso de ilegalización del partido de ultraderecha NPD, anunció ayer la canciller después de que los jefes de gobierno de los estados federados le pidieran dar ese paso. «Aún no hemos llegado a una conclusión», explicó la líder cristianodemócrata (CDU), quien prometió una decisión en el primer trimestre del año próximo.
Merkel hizo el anuncio después de reunirse en Berlín con los jefes de gobierno de los 16 «Länder», que siguieron el consejo adoptado de forma unánime por sus ministros del Interior y le reclamaron la prohibición del Partido Democrático de Alemania (NPD).
Tanto la canciller como su ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, ven con cautela el proceso y temen que resulte contraproducente. «No hay ninguna duda de que queremos combatir a la ultraderecha en Alemania. Simplemente pretendo que, si iniciamos un proceso de ilegalización, tenga las mayores perspectivas posibles de éxito». Sus declaraciones llegaron después que los ministros del Interior de los 16 estados federados votaran el miércoles de forma unánime a favor de iniciar el proceso de ilegalización del NPD, postura que sus primeros ministros reiteraron ayer a Merkel.
El voto es sólo el primer paso en un complejo proceso que podría durar años.
El debate sobre la ilegalización del NPD volvió a plantearse en Alemania después de que el año pasado se destapara una célula neonazi que mató a nueve inmigrantes y una policía entre el 2000 y el 2007.
Un intento anterior de prohibir el partido fracasó en el 2003 ante la sospecha de que la gran cantidad de infiltrados de las fuerzas de seguridad en la cúpula del NPD había alterado pruebas en su contra. Aunque la clase política alemana condena de forma unánime al partido, muchos se oponen a su ilegalización porque creen que lo radicalizaría y dificultaría seguir sus actividades. Además, otro fracaso en el proceso le daría publicidad y nuevo impulso político.
El ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, advirtió que la ilegalización permitiría al NPD «montar un gran espectáculo en los medios» al presentarse como víctima.
Fundado en 1964, el NPD se presenta como «una fuerza patriótica», aunque las fuerzas de seguridad lo consideran racista, antisemita y revisionista. También se encontraron numerosos vínculos entre el partido y grupos neonazis violentos. El NPD tiene escaños en dos parlamentos regionales, pero nunca logró entrar en el Parlamento federal en Berlín. En las últimas elecciones generales obtuvo un 1,5% de los votos. Con 6.600 afiliados, es la mayor fuerza política de ultraderecha en Alemania, donde se estima que hay unos 22.400 activistas en grupos violentos. El NPD recibe cada año en torno a 1,18 millones de euros (1,5 millones de dólares) de los contribuyentes.
Las cifras son modestas en comparación con fuerzas de ultraderecha en otros países de Europa, pero destacan en un país marcado por su papel en la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Por eso la polémica volvió a agitar el debate sobre el antisemitismo de la población. La propia Merkel advirtió la semana pasada en un discurso ante el Consejo Central de los Judíos que en Alemania «hay un alto grado de antisemitismo».
También encendió la polémica la edición alemana del libro «An American Jew Visits Germany» (Un judío estadounidense visita Alemania), en el que el dramaturgo Tuvia Tenenbom denuncia que «la mayoría de alemanes» sigue teniendo pensamientos antisemitas.
Después de seis meses de visita en el país, el estadounidense escuchó «una y otra vez las consignas conocidas», dijo a la revista «Stern»: «El 70% del dinero del mundo pertenece a judíos. ¿La crisis financiera? Cosa de judíos. Los judíos controlan a Obama», ejemplificó. «Así de antisemitas son los alemanes», tituló el martes «Der Spiegel» un artículo en su web en el que pone cifras al fenómeno. El influyente semanario destaca dos datos surgidos de estudios: entre un 15 y un 20% de los alemanes tienen comportamientos potencialmente antisemitas, en tanto que entre un 8 y un 10% se declaran abiertamente antisemitas y consideran a los judíos seres «diferentes e inferiores».