El fuerte aumento indiscriminado de los lanzamientos de misiles desde el interior de la Franja de Gaza hacia territorio israelí, sumado a la repentina utilización de nuevos misiles de mediano alcance, de origen iraní, provocó la previsible y dura represalia de las fuerzas armadas israelíes por aire y por mar. Sucede que, de pronto, los centenares de misiles comenzaron a caer sobre Israel, incluidas las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén, lo que hasta ahora no había sucedido. Por ello, el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu convocó a 75.000 reservistas, en lo que lucía como una posible invasión militar por tierra de Gaza, con todas las peligrosas implicancias y posibles derivaciones que ello sugiere.
Con el recuerdo de lo sucedido a fines de 2008, cuando la invasión israelí del referido territorio dejó un saldo de 1400 palestinos muertos, el presidente egipcio, Mohammed Morsi, reaccionó con gran rapidez, desplazando inmediatamente a su primer ministro a la zona de Gaza y participando en una serie de conversaciones personales con el presidente norteamericano, Barack Obama, que culminaron en el cese del fuego, lo que, realmente a último momento, evitó la escalada del conflicto que hubiera supuesto una nueva invasión israelí, por tierra, a la Franja de Gaza. Por supuesto, a pesar de que fue un acuerdo consensuado, las dirigencias de ambos bandos se atribuyeron la victoria, y la población reaccionó con alivio, pero también con escepticismo.
En su difícil cometido, el presidente Morsi contó con la colaboración directa de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en lo que podría ser su último gran esfuerzo por la paz del mundo antes de dejar la actual administración norteamericana, como ha anunciado. Con el apoyo de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Liga Árabe, Qatar y Turquía, se dio el paso necesario para evitar el agravamiento de las cosas. Una nueva alianza geopolítica logró así su cometido de evitar un aumento de las hostilidades de consecuencias imprevisibles.
El cese del fuego logrado es apenas un imprescindible primer paso (la tregua implica también la apertura de los pasos fronterizos, facilitar el movimiento de personas y el transporte de mercaderías). Porque si, desde la Franja de Gaza, se siguen disparando misiles hacia el territorio israelí, la provocación será respondida, ya que ningún gobierno puede dejar de defender a su población cuando ella es atacada. Es necesario cortar rápidamente el flujo de misiles hacia Gaza desde Irán o a través del Sinaí. Particularmente hay que interrumpir el flujo de los misiles iraníes, capaces de caer sobre las grandes ciudades israelíes. Además, es imprescindible evitar que los grupos más radicales de Gaza sigan disparándolos.
Para encarrilar una negociación que supere el corto plazo parece importante sumar a la mesa de negociaciones también a Fatah, el movimiento palestino que gobierna en Cisjordania. Asimismo, los Hermanos Musulmanes del que surgió el propio presidente Morsi, que rechaza la violencia debe persuadir a Hamas, que hasta ahora se niega a aceptar el derecho a existir del Estado de Israel, de que el futuro pasa por la alternativa de dos Estados que puedan convivir en paz.
Es momento de que todos los países apoyen los esfuerzos en curso por mantener el cese del fuego y edificar las conversaciones que constituyan soluciones para impedir que la crisis cuya escalada acaba de evitarse vuelva a apoderarse del inestable escenario de Medio Oriente.
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