PRENSA

El Schindler sueco

A 100 años del nacimiento de Raoul Wallenberg, considerado uno de los héroes más importantes de la Segunda Guerra Mundial, todavía no se sabe cuál fue su destino final. Lo que es claro es que, por su valentía, más de 20 mil judíos le deben la vida. De fe cristiana, hijo de una de las familias más poderosas de Suecia, Wallenberg nació el 4 de agosto de 1912 y desapareció en 1945 cuando estaba prisionero en el sistema carcelario soviético, luego de ser detenido por el Ejército Rojo. Un año antes, EEUU había establecido la Junta de Refugiados de Guerra, un comité creado con la misión de auxiliar al remanente de judíos europeos de la persecución nazi. Pronto se dieron cuenta de que las mejores chances de rescatarlos en Hungría eran mediante los intentos del gobierno sueco. Entonces, Wallenberg fue designado primer secretario de la embajada sueca en Budapest. Aprovechando su status diplomático y la neutralidad oficial de Suecia durante la conflagración, trabajó incansablemente para liberar a miles de judíos. Con métodos diplomáticos poco convencionales, en sólo 6 meses, alquiló casas para esconder a los judíos y emitió el schutzpass, un pasaporte sueco falso. Amenazaba y sobornaba a oficiales alemanes y húngaros para obtener convoyes que le permitieran transportar a los judíos que liberaba de los trenes que iban a Auschwitz.