PRENSA

Un pueblo de colonos judíos celebró sus 100 años en Santa Fe

La huella de la historia está grabada en grietas sobre las manos de los primeros colonos judíos de Montefiore y Ceres. No son arrugas y no parecen manos. Porque allí se dibujan caminos de desarraigo y sacrificio, y porque las extremidades adquieren el valor de una herramienta de trabajo para gestar un futuro. El festejo por el centenario de la colonización judía de Montefiore sirvió para celebrar la vida y la lucha de esta comunidad que llegó a estas áridas tierras del noroeste santafesino en 1912. Sobre la ruta nacional 34, un kilómetro antes de llegar a la ciudad de Ceres (266 kilómetros al noroeste de la capital provincial), está el Paseo de la Vida. El nombre del predio responde a una inmortal conmemoración a las 85 víctimas del atentado a la AMIA. En el corazón del lugar se plantaron la misma cantidad de Lapachos para identificarlas. Estos árboles colocados en forma de herradura bordean un escenario donde ayer se llevó a cabo el acto central. Allí estuvieron presentes dirigentes políticos de la provincia y la zona, y autoridades de la comunidad judía de distintos puntos del país. Los oradores representaron el significado testigo que tuvo la comunidad judía para el crecimiento de la región, con una elevada carga emotiva que traspasó generaciones. “Debemos ser todos hermanos, todas las razas son iguales sin distinciones”, expresó Sara Fligman, colona de 90 años. “Luego de cien años es tiempo de renovar el compromiso sin dejar de lado el jalom (sueño, en hebreo) de los primeros colonos”, indicó el rabino Daniel Dolinsky.