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Nota de interés: Grecia, un gobierno con cuenta regresiva

Apurado por la Troika que conforman la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, más las presiones explícitas de la canciller alemana Ángela Merkel, Grecia volvió a tener gobierno luego del fracasado intento de un mes y medio atrás.

El conservador Andonis Samarás, de Nueva Democracia (ND), asumió como Primer Ministro tras acordar con el Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) y la Izquierda Democrática (Dimar), quienes a pesar de la alianza no asumirán ministerios, los que, como ha sucedido en Italia y España, serán ocupados por tecnócratas, entre los que destaca el nuevo titular de Economía Vassilios Rápanos, presidente del Banco Nacional de Grecia (la mayor entidad privada de la nación helena), que tiene el antecedente de haber sido asesor del Ministerio de Finanzas durante la etapa del primer ministro socialdemócrata Kostas Simitis (1996-2004), cuando junto al Goldman Sachs diseñaron la ingeniería contable que ocultó los números de la deuda externa para poder ser admitidos en la eurozona.

La premura en instalarse en Megaro Maximu (sede del gobierno griego) por parte de Samarás, contrasta con su anterior negativa en mayo pasado cuando le bastaron cinco horas para rechazar la misma tarea. Entonces el ND (socio en alternancia del poder con el Pasok desde el retorno democrático en 1974) se encontraba en soledad y sin mayoría parlamentaria, hoy logró completar la fórmula para gobernar atrayendo a los socialdemócratas con quienes ya compartió el mando cuando Lukas Papademos refrendó con la Troika el memorándum por el cual Atenas recibió el primer rescate económico, atado a severos ajustes que hundieron al país en una crisis social profunda.

Aunque se presente como un acuerdo tripartito de gobernabilidad, el apoyo del Pasok y Dimar se limita a la Asamblea Nacional y allí tampoco las cosas serán tan fáciles para la derecha gobernante. A pesar de contar con un gran número de diputados (esto, gracias al sistema electoral que le otorga 50 escaños más al partido vencedor en las elecciones), nada asegura que todas las manos se alzarán para aprobar más recortes como los que los organismos financieros exigen para renegociar la segunda ayuda de 130 mil millones de euros que había acordado Papademos en febrero, antes de dimitir y que se usó para pagar los intereses de la deuda y recapitalizar el sistema bancario. En el parlamento también encontrará obstáculos con la segunda fuerza vencedora en los comicios del 17 de junio. La izquierda radical Syriza ya adelantó que será oposición en el hemiciclo del Consejo de los Helenos “y en las calles”, como declaró el diputado electo Manolis Glezos. El nonagenario político, resistente a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, asegura que “para la izquierda, la lucha va a ser por la soberanía de Grecia”. Paradojas de la democracia y signo de los tiempos duros que acorralan a la sociedad griega, Glezos deberá compartir el recinto con los 18 legisladores que obtuvieron los neonazis de Aurora Dorada. Por otro lado, los 12 miembros del estalinista Partido Comunista (KKE) se espera votarán en contra de cualquier compromiso que presente el oficialismo.

Aún cuando la tríada que conforma la nueva administración ostente la superioridad numérica de representantes, la historia reciente enciende una alarma de dudas en la actitud que tomarán en sus propias filas. La periodista María Antonia Sánchez-Vallejo, del diario madrileño El País, recuerda que igualmente “el Pasok se las prometía muy felices en octubre de 2009, cuando arrasó en las urnas con 160 escaños, 9 por encima de la mayoría absoluta (151), pero llegó al otoño de 2011 exhausto, debilitado por una sangría de defecciones de quienes se negaron a votar cualquiera de los recortes”. El mismo Samarás se opuso en el 2010 y toda la bancada del ND votó contra el primer rescate financiero. Luego cedió por las presiones de Merkel, con quien comparte el Partido Popular Europeo, y acabó firmando lo que Bruselas pedía como garantía de cumplimiento del memorándum para el segundo rescate.

La durabilidad de la derecha al frente de los destinos de la República Helena es imprevisible. Desde el mismo día de la toma del mando la cuenta se hace regresiva y no hay certeza de que los mismos gestores de la crisis, otra vez en el centro del escenario político, puedan mantenerse en pie aplicando las mismas recetas económicas que han llevado a la bancarrota a una nación que dio luz a la filosofía, la lógica, la dialéctica y la política, y ahora su día a día está sembrado de colas con cientos de personas en busca de alimentos o medicamentos gratis y se han vuelto comunes las noticias de suicidios por la desesperanza.