PRENSA

Discurso del presidente de la DAIA- Iom Hashoá 2012

“El jefe de la Oficina de Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, invita cordialmente a usted a una reunión para analizar la Solución Final al problema judío. Se servirá un desayuno a las 9 horas.”

Este es el texto de la invitación original con la que fueron convocados los quince jerarcas nazis al castillo de Wannsee, donde tomaron la decisión de exterminar al pueblo judío. Estremece leerlo y escucharlo. Disfrutaban de su desayuno mientras planificaban el asesinato de un millón y medio de niños por el sólo hecho de haber nacido judíos.

Señoras, señores, distinguidos invitados, queridos sobrevivientes,. . . . .

Nos congregamos aquí, al igual que en infinidad de ciudades en todas las latitudes, para recordar, para conmemorar, para honrar, para reconocer, para denunciar, para renovar un compromiso sagrado.

Recordamos y honramos la memoria de nuestros mártires gaseados en los campos de exterminio, incinerados en los hornos crematorios, fusilados en los bosques, quemados vivos en sus sinagogas y arrojados a fosas comunes que ellos mismos debían cavar,.
La maquinaria de muerte diseñada y ejecutada por los genocidas nazis y sus acólitos en los países ocupados utilizó todos los recursos humanos y tecnológicos para perpetrar el exterminio en una dimensión inimaginable.

La persecución antisemita nada tenía que ver con lo que los judíos hicieran o dejaran de hacer. La persecución estaba basada en la sola razón de existir.

La Shoá germinó en una de las sociedades más cultas de Europa. El odio antisemita fue la fuerza motriz que alimentó la discriminación, las deportaciones, el exterminio, fue lo que permitió asesinar a niños frente a sus padres, a padres frente a sus hijos. Las palabras se resisten a explicar lo inexplicable, a encontrar calificativos para describir lo indescriptible.

Los combatientes de los guettos y los bosques, los prisioneros de los campos, los sobrevivientes, simbolizan el anhelo sagrado de un pueblo de seguir siendo humanos en un mundo inhumano.

Una vez mas rendimos tributo a los heroicos combatientes del guetto de Varsovia, liderados por Mordejai Anilevich y su grupo de jóvenes, que condujeron la lucha enfrentando al ejército más poderoso de la tierra y que no pretendían la derrota del ejército nazi, sino la victoria de la dignidad humana.

Lo hicieron por su dignidad y por la nuestra, sabiendo que estaban condenados.
Al ejército nazi le tomó mas tiempo conquistar el guetto de Varsovia que conquistar Polonia o Francia.

El llanto judío tiene seis millones de razones: un llanto que nos fortalece, que renueva nuestro espíritu de lucha por la justicia, por la libertad y nuestro compromiso de lucha contra la discriminación, el odio, el racismo y fundamentalmente contra el antisemitismo.

En cada generación surgen aquellos que incitan al odio antijudío, que intentan difamarnos individual y colectivamente, que buscan deslegitimarnos y perseguirnos.

A aquellos que nos quieren destruir, de aquí y de otras latitudes, les decimos que, marcados a fuego por nuestra historia, tenemos una especial sensibilidad para descubrir a los lobos aunque se disfracen de corderos.

Quienes niegan la Shoá, quienes recurren una y otra vez a patrañas sobre supuestas conspiraciones del sionismo no hacen otra cosa que pretender enmascarar su antisemitismo visceral y enfermizo. Quienes anhelan y promueven la destrucción del Estado de Israel, incitan a un nuevo genocidio.

Una de las lecciones trascendentes de la Shoá es que fueron palabras de odio las que abonaron el camino al exterminio. Por ello no se puede ni se debe tolerar, ni permanecer indiferentes frente a las diatribas y amenazas del presidente iraní pronunciadas en el propio seno de las Naciones Unidas. El repudio y la condena constituyen la única respuesta posible para el líder teocrático y sus simpatizantes regionales.

Repudio que también hemos expresado y reafirmado con acciones concretas frente a hechos que agravian no solo a la comunidad judía sino a todo el tejido social de nuestro país.

Hemos denunciado y se ha logrado desbaratar una organización nazi denominada Alba Thule, que operaba en distintos lugares del país e incluso en España, reclutando jóvenes para sus siniestros objetivos. La causa judicial se encuentra en pleno trámite y confiamos que se aplicará toda la rigurosidad de la ley.

Señoras, señores, queridos sobrevivientes: estamos aquí para honrar la memoria de las victimas, para asumir el sagrado deber de dar testimonio y no cesar en la tarea de denunciar cada día, cada hecho, cada expresión publica que pretenda retrotraernos a un horroroso pasado.

Nunca permitamos banalizar el Holocausto, se estaría minimizando de esta manera la destrucción masiva de un pueblo. Banalizar a las víctimas de la Shoá es una forma de volver a matarlas

Nadie nos hace observadores indiferentes del sufrimiento de nuestro prójimo. Todo ser humano tiene la opción de elegir entre el bien y el mal, de abandonar a su suerte al perseguido o de convertirse en hermano de su hermano, en protector de las víctimas de persecuciones y genocidios.

Recordamos las palabras de Martin Luther King, quien señalara, “En última instancia, recordaremos no las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos.”

La inacción, posibilitó el exterminio de un tercio del pueblo judío, y de tantas víctimas de genocidios.

Digamos nunca más a la persecución, pero también nunca más a la indiferencia frente a los perseguidos.

Negando la humanidad de las víctimas traicionamos la nuestra.

Por eso hoy rendimos especial homenaje a un grupo de Justos entre las Naciones, de diversas nacionalidades y credos, que asumieron con convicción y valentía la sagrada misión de salvar vidas, poniendo en riesgo la propia. Ellos representan a miles de abnegados salvadores, que serán recordados por siempre por el pueblo judío y por todos los seres humanos de bien.

Recordamos las palabras de Ana Frank cuando en su celebre diario nos decía,

” Que maravilloso es que nadie necesite esperar ni un instante para comenzar a mejorar el mundo”.

Queridos sobrevivientes, ustedes son los mensajeros de la memoria, vuestras voces son las voces de aquellos que ya no nos pueden hablar, pero que nos interpelan día a día.
Ustedes eligieron la vida después del horror y se convirtieron en portadores del legado sagrado. Queremos decirles gracias por vuestro compromiso y entrega, por vuestro coraje y amor a la libertad.

Nuestro compromiso sagrado es hacer de vuestra memoria personal, la memoria colectiva.

En tributo a los seis millones de judíos exterminados y a todas las víctimas del régimen nazi renovemos nuestro compromiso con la justicia, la paz, la libertad y esencialmente con la Vida.