PRENSA

Antisemitismo y Estado palestino. Por Isidro H. Cisneros

Hoy hace 117 años, un 5 de enero de 1895, el oficial del ejército francés Alfred Dreyfus fue acusado injustamente de espionaje a favor de Alemania y de traición a la patria, por lo que, a pesar de la fragilidad de las pruebas, fue condenado a prisión perpetua y desterrado a la colonia penal de la Isla del Diablo en la Guyana Francesa. Aunque la verdadera causa de la imputación, como se demostró tiempo después, radicaba en su origen judío. El incidente Dreyfus marca el inicio del antisemitismo moderno y, al mismo tiempo, la aparición pública de los intelectuales que se dividieron entre quienes reclamaban la libertad en todas sus dimensiones y los viejos protagonistas de una cultura que consideraba que el verdadero intelectual debía subordinar la verdad a los intereses del Estado. El caso Dreyfus se convirtió en el símbolo de la lucha contra los prejuicios antijudíos y marca también el nacimiento de los intelectuales comprometidos, con el escritor Emile Zolá a la cabeza, quien publicó un alegato a favor de Dreyfus bajo el titulo “¡Yo acuso! Carta al Presidente de la República”, en el cual convoca a denunciar el error judicial y el antisemitismo prevaleciente. Acusado de difamación Zolá debió exiliarse. El antisemitismo evidencia un fenómeno constante en la historia: el odio a los judíos. Un rechazo que va desde la más sutil discriminación hasta el más abyecto de los genocidios. El antisemitismo ha sido caracterizado como un prejuicio y hostilidad abierta hacia los judíos como grupo generalizado y que suele manifestarse como una combinación de estereotipos religiosos, raciales, culturales y étnicos. El odio a los judíos está documentado desde los orígenes del cristianismo, y existen hipótesis que lo sitúan ya en la época helenística, no obstante, el nacimiento del antisemitismo como corriente moderna de pensamiento está ligado al surgimiento de los nacionalismos en el siglo XIX que tuvieron como bandera común la hipótesis de “un pueblo, un Estado”.