PRENSA

Una encuesta que duele

Los resultados del reciente estudio sobre las «Actitudes hacia los judíos en Argentina», mostró un porcentaje inquietante de respuestas discriminatorias hacia esa comunidad. Elaborado por el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, a pedido de la DAIA y la ADL, arrojó -entre otras datos preocupantes- que el 80% de los consultados dijo que a los judíos sólo les interesaba el dinero y los negocios. Y el 40 % afirmó que no viviría en un barrio de mayoría judía. Ante lo alarmante de las cifras del sondeo, Valores Religiosos dialogó con el presidente de la DAIA, Aldo Donzis. -¿Qué valoración le da a los datos obtenidos en el informe? -La verdad es que la sociedad argentina es muy abierta y no se puede decir que sea antisemita, pero dentro de nuestra cultura existe, enquistado, un odio hacia algunos grupos que no se sabe bien porqué. Hay una imagen que forma parte de la caricatura mitológica y que está instalada. Por ejemplo hemos visto niños de escuelas primarias en el interior del país que discriminan a otros por la zona donde viven. Obviamente no es el niño el que tiene odio, sino que es la familia la que tiene una dialéctica discriminatoria. -Sin embargo, según las respuestas de los encuestados, el extendido prejuicio parece tocarse con el antisemitismo… -Sabíamos que lo había, pero nos sorprendió la cantidad. Estamos en contacto permanente con manifestaciones antijudías como ataques a los cementerios y pintadas, que suelen agravarse con cada conflicto en Medio Oriente, pero de todas formas esto no es exclusivo de nuestras comunidades. El año pasado presentamos el libro Exclusión e Inclusión, donde aparecen 17 grupos discriminados -ninguno judío- como la situación de los inmigrantes latinoamericanos, los discapacitados, los pobres, los adultos mayores, los portadores de HIV, los afrodescendientes, coreanos, gitanos, chinos o los pueblos originarios. -A su juicio, ¿por qué se los discrimina? -A veces es un odio visceral que va pasando de generación en generación del que se ignoran las causas. Otras veces son los miedos. Tal vez a quedarme sin trabajo, a contagiarme, y la mayoría de las veces es la ignorancia. Esta última es con la que tenemos mayor responsabilidad. Todos nuestros programas públicos y privados ponen énfasis para corregir esta conducta porque si la discriminación avanza, se convierte en intolerancia y luego, en xenofobia. ­ ¿Cómo considera que se puede revertir esta situación? -La cuestión aquí no pasa por tratar de cambiarla imagen de los grupos discriminados para ser aceptados, sino modificar la conducta del discriminador. Creo que esto se puede lograr desde una sociedad democrática, pluralista, donde se respete a todos más allá de su país de origen, religión o color de piel.