PRENSA

Semántica del racismo. Por Thalif Deen

Una reunión de alto nivel sobre racismo que tendrá lugar el 22 de este mes en la Asamblea General de la ONU amenaza con dividir al foro mundial y desatar una confrontación entre Norte y Sur.

La cita señala el décimo aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, adoptados en la Conferencia de las Naciones Unidas contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia celebrada en 2001 en esa ciudad de Sudáfrica.

Ante el temor de que la reunión termine siendo un encuentro anti-Israel, varios estados de Occidente –entre ellos Alemania, Austria, Canadá, Estados Unidos, Holanda, Italia y la República Checa– dijeron que no participarán.

El boicot es resultado de una intensa campaña por parte de Israel, que desde el principio objetó la realización del encuentro, catalogándolo de «antisemita» y argumentando que puede convertir al Estado judío en blanco de críticas por sus prácticas discriminatorias contra los palestinos.

De todos modos se espera que en la reunión participe activamente una abrumadora mayoría de estados miembro de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), junto con decenas de activistas por los derechos humanos.

Una manifestación masiva pro israelí y contra la reunión de alto nivel –y también contra el reconocimiento en la ONU de un Estado palestino—tendrá lugar el día 21 en el exterior del edificio de la entidad multilateral, en Nueva York.

Joseph E. Macmanus, secretario adjunto para asuntos legislativos en el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, dijo a la prensa que su país no participará en lo que llamó la reunión de «conmemoración de Durban».

En diciembre del año pasado, Estados Unidos votó en contra de la resolución que establecía este acontecimiento porque «el proceso de Durban incluía feas muestras de intolerancia y antisemitismo, y no queríamos ver que se conmemorara eso», señaló Macmanus.

Rashid Khalidi, profesor de la cátedra Edward Said de Estudios Árabes en el Departamento de Historia de la Universidad de Columbia, dijo a IPS que no resulta sorprendente que Israel haya contado con el apoyo de los gobiernos de Canadá, Holanda, Italia y la República Checa, todos ellos de derecha y hostiles a las aspiraciones palestinas, al oponerse al esfuerzo por conmemorar un hecho histórico en la lucha mundial contra el racismo.

«El incesante esfuerzo de Israel y sus aliados por desprestigiar la conferencia de Durban busca desviar la atención de la discriminación sistemática y legalizada inherente no solo a la ocupación de los territorios capturados en 1967, sino también al trato que Israel da a 20 por ciento de sus propios ciudadanos, que constituyen la minoría árabe», agregó.

La inminente reunión, conocida como Durban III, es la tercera conferencia de evaluación de la Declaración y el Programa de Acción de Durban. La segunda se realizó en 2009 en Ginebra.

«Por supuesto que nosotros esperamos que todos los gobiernos participen en Durban III y renueven sus esfuerzos para implementar» el documento, dijo a IPS Polly Truscott, vicerrepresentante de Amnistía Internacional en su oficina de la ONU.

Según ella, la verdadera convicción en el combate al racismo requiere que los gobiernos estén allí, que defiendan lo que es correcto y rechacen lo objetable.

«Los gobiernos tienen que demostrar que, pese a cualquier controversia política en torno a la conmemoración, se comprometerán con el combate al racismo, lo que incluye comprometerse con la Declaración y el Programa de Acción de Durbán», señaló.

Chris Toensing, director ejecutivo y editor del Middle East Report, con sede en Washington, dijo a IPS que lo que Israel objeta es que se lo critique de modo tal de generar una especial animadversión en la Asamblea General.

Israel no disputará el cargo específico contenido en la Declaración en cuanto a que los palestinos están bajo «ocupación extranjera» y por lo tanto se les niegan muchos derechos nacionales y humanos, agregó.

«Así que la objeción es una táctica que busca desviar la atención de las políticas de Israel», dijo.

Es verdad que la Declaración no nombra otra ubicación específica de discriminación racial en el mundo contemporáneo, destacó.

Por lo menos, quienes la redactaron cometieron un error táctico, si lo que buscaban era ayudar a la causa palestina, porque la objeción de Israel es técnicamente sólida, agregó.

El Holocausto judío es el único ejemplo específico de genocidio listado en la Declaración, y aparece luego de la esclavización de africanos y del colonialismo como males históricos que el documento busca reparar.

«Aunque se puede argumentar que el Holocausto, en escala y mecanización, debería considerarse ‘sui generis’, en el contexto de la Declaración la mención» a ese hecho «parece ser un intento por ‘equilibrar’ la mención del sufrimiento palestino», dijo Toensing.

Tampoco está claro por qué debería mencionarse específicamente el antisemitismo o la islamofobia, cuando hay tantos otros tipos de prejuicios raciales y religiosos en el mundo actual, opinó.

Sería más inteligente que futuras declaraciones criticaran las «ocupaciones extranjeras» de Palestina, Sahara Occidental y el norte de Chipre –todas reconocidas como tales por la ONU–, a fin de obviar las quejas de cada ocupante que se menciona, agregó.

Mientras, una coalición de organizaciones no gubernamentales acusó a la Secretaría General de la ONU de «sabotear» la reunión sobre racismo eclipsándola con una cumbre sobre seguridad nuclear prevista para el mismo día.