PRENSA

Carta de lectores: Símbolos religiosos

Señor director: Soy católico apostólico romano. Jamás pensé que mi fe pudiera ofender a nadie como tampoco me ofende que a mi alrededor haya personas que profesen otras creencias o religiones e incluso ninguna; todo este tipo de personas son las que habitualmente trato en mi vida y me regalan su amistad. Un Estado laico no presupone ciudadanos laicos sino libres de toda atadura y/o catadura moral. Cuando uno juzga que sus ideas son las correctas no debería presuponer que sean las únicas valederas sino las que le dicta su recta conciencia. Esta conciencia es la que ayudará a ser tolerante hacia las demás creencias y hasta compartir algunos aspectos de ellas. Ningún símbolo que nos recuerde un mensaje de amor debería ofender a nadie y aquellos que lo utilicen para la violencia están muy lejos de sus profetas. Sobradas muestras de intolerancia hay en el mundo como para añadir otra proveniente de la sociedad argentina; sin embargo, algo raro pasa en una sociedad que en su afán de incluir, excluye o que en su meta de agregar, disgrega. Un nuevo concepto hace gala de supuesta elocuencia: la ‘discriminación positiva’, casi un oxímoron. Uno de los grandes triunfos de nuestra Revolución de Mayo fue no suplir una religión por otra como intentaron algunos en la Revolución Francesa. Los hombres libres son valientes y no temen por las consecuencias de sus actos, pero sí los sopesan antes de realizarlos para evitar ofensas innecesarias. SANTIAGO L. PIAGGIO – D.N.I. 13.827.980. sanfloyd@gmail.com