PRENSA

El pasado nazi de Eduardo VIII

El discurso del rey, la gran película dirigida por Tom Hooper y escrita por David Seidleres, esconde un costado relacionado con las vinculaciones de Eduardo VIII con el nacionalsocialismo: al año siguiente de abdicar, visitó a Adolf Hitler, Hermann Göring y Joseph Goebbels.
Este hecho, que no hizo más que perjudicar su imagen ante su pueblo, fue aprovechado por Hitler para intentar establecer un enlace con el gobierno británico. La relación fue tan estrecha que inclusive cuando en 1940 los nazis ocuparon Francia, les pidió que por favor le cuidaran su casa en París cosa que los nazis hicieron.
Hay pruebas de sus vinculaciones con el nacionalsocialismo en documentos de guerra confiscados a los nazis, guardados en los archivos del castillo de Windsor. Unos de los documentos dan cuenta que sus simpatías por la Alemania nazi comenzaron a manifestarse sin disimulos, canalizando el despecho que sentía hacia los medios oficiales británicos por el menosprecio recibido (por ejemplo, al no conceder a la señora Simpson el tratamiento de «Alteza Real»).
Telegramas cifrados, cartas y notas secretas enviadas desde el Foreign Office a diversos embajadores británicos demuestran hasta que punto Eduardo de Windsor representó una fuente de inquietud política para Churchill con sus declaraciones a la prensa abiertamente favorables a la paz con Hitler, en total oposición a la línea del Gobierno conservador británico.
Los meses de exilio de la pareja en España y Portugal -países neutrales- habían constituido un escándalo en Londres por el movimiento de espías alemanes en su propia residencia.
Acaso el ejemplo más curioso de la documentación revelada, sea las cartas y telegramas intercambiados entre Eduardo VIII y el secretario de las colonias, Lord Moyne, en relación con un proyectado viaje de la pareja real a Estados Unidos en un yate prestado, en marzo de 1941. Viaje que Churchill se negó a autorizar, habida cuenta de los temores de que el generoso multimillonario que prestaba su yate no era otro que Axel Wenner-Gren, un individuo de reputadas simpatías nazis.