PRENSA

Discriminar va en contra de la gestión empresaria

El termino “labeling” (del inglés, “etiquetamiento”) es un concepto que describe aquellas situaciones en las cuales se utiliza la identidad o rasgos característicos de las personas para discriminarlas. Es una forma de segregación, que resulta particularmente dolorosa en aquellos espacios donde las personas cumplen sus tareas diarias ineludibles (como el trabajo o la escuela).

El etiquetamiento genera un sentimiento de superioridad en aquellos que lo utilizan para manifestar o lograr posiciones de poder y atenta contra la posibilidad de lograr grupos de trabajo o estudio que celebren la diversidad de religiones, etnias, culturas, sexualidades, capacidades motrices u orígenes socioeconómicos.

Es una actitud que atenta contra la pluralidad y la creatividad grupal.

Como consecuencia, muchas de las personas discriminadas se ven forzadas a ocultar su verdadera identidad y realizan sus actividades dominadas por el temor. Las organizaciones en las que esto sucede, por su parte, tienden a perder fuentes de talento e innovación, propias de individuos con perspectivas diversas que bien podrían aportar nuevas visiones sobre temas conocidos.

La gestión de la diversidad, por el contrario, es una estrategia corporativa y organizacional destinada a la creación de un soporte incluyente para los perfiles diversos de la sociedad. Promueve la comunicación e integración en la organización, ya que define a la diversidad como una oportunidad para mejorar el rendimiento general de todos los involucrados en su accionar.

El objetivo de una buena gestión de la diversidad -que en el caso de una empresa, por ejemplo, incluye a accionistas, trabajadores, clientes y proveedores- es no sólo respetar y promover la aplicación del principio de no-discriminación, sino reducir cualquier tensión o conflictividad que atente contra el máximo rendimiento de la organización. Implica entender la promoción del pluralismo como un eje central de su misión.

Las principales empresas del país, al igual que los ministerios de Economía, Trabajo, Justicia, la Provincia de Buenos Aires y de Salta ya han comenzado a diagnosticar, mejorar y certificar sus procesos de gestión de la diversidad.

El compromiso con esta iniciativa parece anticipar un nuevo clima laboral, organizacional y educativo promisorio para la Argentina del siglo XXI.