PRENSA

Brasil se distancia del régimen de Ahmadineyad

Alberto Uribe Cantalejo

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en discurso pronunciado ante la Confederação Israelita do Brasil con ocasión de la celebración del «Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto», solemnidad ésta celebrada el pasado veintisiete de enero en la ciudad de Porto Alegre, mostró una vez más, un cambio de postura en lo que respecta a la política exterior de su país hacia Irán.

En el acto que conmemoró la caída de Auschwitz, Rousseff aseveró que el mundo «ignoró en la época de la Segunda Guerra Mundial las señales del avance de la barbarie antes de la ascensión del nazismo», e indicó que su gobierno «será un incansable defensor de la igualdad y de los derechos humanos en cualquier parte del mundo».

El discurso de la mandataria ante la Confederación Israelita de Brasil fue interpretado por varios círculos académicos iberoamericanos como un cambio de la política exterior brasileña hacia Teherán, tras los fuertes vínculos forjados por su antecesor, Luis Inácio Lula da Silva, con el presidente Mahmud Ahmadinejad. De esta forma, Rousseff, ex integrante de dos de los principales movimientos de resistencia contra la dictadura militar de su país en la década de los años setenta, Política Operária (POLOP) y Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares), nuevamente marca distancia frente al régimen que ha negado el Holocausto y ha condenado a la pena de muerte a mujeres por adulterio.

Al respecto, Claudio Lottenberg, presidente de la CONIB, no ocultó su complacencia «al saber que la presidenta Dilma Rousseff tiene hoy una posición diferente de la sostenida por el presidente Lula en el pasado».

Ya en sus palabras de posesión como primera mandataria de los brasileños, Rousseff dejó entrever cuáles eran sus intenciones respecto al régimen iraní, al considerar que su nación debe respetar los valores de la paz y la conciliación, en oposición a la guerra y la intolerancia. «Nosotros no somos un pueblo que odia, ni un pueblo que respeta el odio, por ello Brasil tiene una posición histórica que nos enorgullece», manifestó la presidenta.

Este giro de ciento ochenta grados en la política exterior de la primera potencia militar del continente suramericano frente a Irán, contiene varios lineamientos que convergen necesariamente en el hecho de que Brasil apuesta, cada vez más, por convertirse en un actor económico, político y militar, ya no sólo en el ámbito regional, sino dentro del nuevo mapa geopolítico de las naciones, en donde su principal polaridad se presenta entre los denominados países del eje occidental y los países de oriente que tienen una alta concentración de recursos energéticos, fundamentalismos religiosos y populismos políticos.

En primer término, a Brasil no le interesa tener en su vecindario a un Irán amigo de los denominados países que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -ALBA-, como tampoco de Uruguay, y mucho menos, cercano a los grupos simpatizantes del Hezbollah que actualmente operan en la denominada triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay. Rousseff sabe perfectamente que el disfraz iraní de los acuerdos comerciales y políticos con estos países, podría derivar en la utilización del suelo suramericano, por parte del régimen de Ahmadinejad, como plataforma para misiles de alcance medio que amenazarían desequilibrar el frágil ordenamiento regional, y en donde la nación carioca, claramente es la primera potencia militar.

El giro de la política exterior brasileña, se da en la antesala de la primera visita que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, realizará a Brasil y Chile en el próximo mes de marzo. Con relación a esto último, en una entrevista concedida a The Washington Post, Rousseff manifestó que cambiaría la posición de su país hacia Irán, como una clara señal hacia la administración Obama, con la cual se pretende negociar una amplia agenda que contendrá temas tan diversos como la «guerra de monedas», el uso de la energía nuclear con fines energéticos, la defensa del hemisferio y varios acuerdos comerciales considerados estratégicos para ambos países.

De otra parte, no parece tan casual y anecdótico el hecho que Dilma Rousseff, hija del abogado y empresario búlgaro de origen judío, Pedro Rousseff, haya utilizado el marco de la Confederación Israelita de Brasil para confirmar este cambio de posición frente a Irán; justo cuando el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, posesionó el pasado uno de enero a Tamir Pardo como nuevo director del Instituto para la Inteligencia y los Funcionamientos Especiales, más conocido como el Mussad.

Con este nombramiento, la principal agencia de inteligencia israelí, inicia un proceso de renovación para mejorar la eficacia de la institución, a la par que el perfeccionamiento de los mecanismos de neutralización de los principales dirigentes de Hamás y Hezbollah, mantener el espionaje contra las naciones árabes, continuar la persecución contra los terroristas miembros de Al Qaeda, entorpecer el desarrollo del programa nuclear iraní y, muy particularmente, incrementar la cooperación con Estados Unidos para seguir muy de cerca los pasos de Irán en América Latina.

Ahora sí, todo parece indicar que Brasil apunta en dirección correcta para alcanzar su tan anhelado puesto protagónico en el diseño del nuevo orden mundial, manteniendo, de una parte, un considerable crecimiento económico propio de las nuevas potencias emergentes más comúnmente conocidas como los países BRIC´s; y por otro lado, consolidando alianzas estratégicas en el ámbito de la defensa con las principales potencias militares del hemisferio occidental.

* Alberto Uribe Cantalejo es Licenciado en Derecho.
Máster en Seguridad y Defensa en la UCM-CESEDEN.
Máster en Comercio Internacional en la UCM.
Ex Director de Orden Público de la Gobernación de Cundinamarca (Colombia).