Desde hace ya semanas miles de visitantes recorren el Museo Histórico Alemán (Deutsches Historisches Museum) de Berlín, donde se realiza por primera vez una exposición de un tema considerado tabú: «Hitler y los alemanes. Nación y crimen». En la muestra se busca reflexionar sobre la relación entre el dictador nazi y la sociedad germana. A través de un millar de objetos explora los factores que llevaron a Hitler al poder, las estructuras de su régimen, la fascinación a través de rituales, y sus políticas racistas de exterminio y de expansión que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial. Los visitantes se sumergen en el mundo de la propaganda nazi. Se ve el culto a la persona en estatuitas en bronce y terracota, fotos, carteles y retratos del dictador. La emblemática cruz gamada está tanto en los paquetes de cigarrillos como en los faroles para decorar los cumpleaños, en los soldaditos nazis de plomo y en los juegos familiares de mesa, en posavasos de cerveza y manteles, y obviamente en cuchillos, revólveres y gorras. Banderas, banderolas, pancartas, uniformes de la SS, de la SA ponen de manifiesto cómo todo se había vuelto una escenografía al absoluto servicio de la dominación ideológica nacional socialista, y cómo la gente era manipulada por un universo de uniformes y decorados.