PRENSA

Teherán esconde la verdad. Por Andrés Cisneros

La respuesta iraní es obvia, pero, al mismo tiempo, asombrosa. Si no se tratase de un tema tan grave, el comentario se prestaría a la ironía. Afirma ese comunicado que «el gobierno de Irán se ha cerciorado de que ningún ciudadano iraní estuvo implicado, directa o indirectamente, en la explosión de la AMIA». Hasta el último censo, Irán contaba con 65.875.223 habitantes y parece que sus autoridades ya los han investigado a todos, incluyendo a los que se mueven muy activamente fuera de su territorio. No se conocía la existencia de una pesquisa tan exhaustiva y, sobre todo, tan concluyente: la nota oficial no manifiesta que, hasta ahora, hasta aquí, no ha encontrado elementos que permitan acusar a ninguno de sus ciudadanos, sino que es terminante, ya que parece que «ningún ciudadano iraní estuvo implicado». Y punto final. Una certeza tan absoluta por la negativa sólo puede manifestarse si se conoce la respuesta por la afirmativa. Si Teherán se exhibe tan concluyente, sólo puede ser a causa de que sí conoce la identidad de quienes efectivamente perpetraron el atentado. Para afirmar algo de manera tan concluyente se tiene que estar, previamente, en posesión de datos e informaciones que Irán nunca nos ha facilitado. Ni a nosotros ni a las Naciones Unidas, organismo en el cual eligió presentar esta nota, en la cual acusa a la Argentina de «numerosas violaciones del derecho diplomático,» entre ellas, «la escucha de comunicaciones de la embajada iraní en Buenos Aires».