PRENSA

Hungría y Polonia a través de la lupa

“El 2009 vio un aumento de más del ciento por ciento en el número de actos violentos de carácter antisemita contra los judíos en todo el mundo”, según un informe del Instituto Ste¬phen Roth para el Estudio del Antisemitismo Contem¬po¬rá¬neo y el Racismo de la Universidad de Tel Aviv (Aurora).
Hace dos años escribí un artículo donde transmitía mi preo¬cu¬pación ante ciertos hechos que estaban sucediendo en Europa y que constituían una clara demostración de lo cíclicos que son al¬gunos procesos en la Historia. En aquel momento comentaba el aumento de la tendencia hacia la extrema derecha, prin¬ci¬pal¬men¬te en Austria, y el peligro de que tal situación pudiera repe¬tir¬se en otras naciones del Viejo Continente, dañando más aún las ya bastante “golpeadas” comunidades judías que hacen vida allí.
Si bien Francia, España, Austria, Gran Bretaña, son países que desdichadamente nos tienen “acostumbrados” a sus con¬sis¬ten¬tes y “creativas” muestras de antisemitismo, o Alemania, don¬de todavía nuestro ángel, entiéndase Ángela (Merkel) sigue en¬cabezando el gobierno, brindándonos una “tranquilidad tem¬po¬ral”, pienso que los recientes eventos en Hungría y Polonia nos obligan a mantenernos alertas frente a temibles situaciones que podrían presentarse más temprano que tarde.
Hablemos de Hungría, por ejemplo, donde sectores de cen¬tro derecha (Fidesz) y de extrema derecha (Jobbik) ganaron hace po¬co las elecciones con un amplio margen.
En 2009, el candidato por Jobbik para el Parlamento, Judit Szi¬ma, fue acusado de aprobar un artículo para su publicación en donde calificó al antisemitismo como “el deber de todo hún¬ga¬ro amante de su patria”, y llamó a “prepararse para la batalla ar¬mada contra los judíos”.
Krisztina Morvai, candidata del mismo partido, con total des¬parpajo respondió a las críticas diciendo: “Yo estaría feliz si los llamados orgullosos judíos húngaros volvieran a jugar con su pequeño rabo circuncidado, en vez de convertirme a mí en vi¬llana”.
Aunque el partido Jobbik niega rotundamente las acu¬sa¬cio¬nes de antisemitismo, su “antisionismo” no se presta a am¬bi¬güe¬dades, al leer en su pagina web: “El Movimiento por una Hun¬gría Mejor siempre ha sido solidario con la causa palestina. Co¬mo nacionalistas húngaros, podemos identificarnos con un pue¬blo al que se le ha quitado la tierra, a fin de formar allí un nue¬vo país”. A la luz de lo anterior, pregunto: ¿Tendrán razón las comunidades judías húngaras cuando sienten inquietud? ¡Yo estaría aterrada! ¿Y usted?
Entremos ahora en el tema de Polonia. El accidente aéreo que sesgó la vida del Presidente Lech Kaczynski, su esposa y do¬cenas de otros funcionarios claves del gobierno, induda-ble¬men¬te es una tragedia familiar, y de Estado, pero además abre una gran interrogante sobre el rumbo que tomará la política del país europeo, con un “jefe” nuevo a la cabeza, de quien se des¬co¬noce cuál será su posición respecto de la comunidad judía e Israel.
Lech Kaczynski fue descendiente directo de un ingeniero, ex¬soldado y veterano del levantamiento del Gueto de Varsovia, con el cual colaboró desde la resistencia a través de la Orga¬ni¬za¬ción Armia Krajowa, que buscaba la liberación de la ocupación na¬zi durante la Segunda Guerra Mundial.
Dicen que el fruto no cae lejos del árbol… Lech, su hijo, fue un hombre apasionado y de principios, perteneciente a ese gru¬po de demócratas que quiso darle un nuevo rostro a su patria, una renovación que en Kaczynski pasó además por el deseo de ha¬cer que la vida judía renaciera en Polonia. Opinaba que era im¬posible comprender Polonia si no se comprendía el rol de los ju¬díos en la vida del país. Fue esa percepción la que lo movió a do¬nar un terreno en Varsovia y convertirse en promotor del pro¬yec¬to de construcción del Museo Histórico de los Judíos Po¬lacos.
Frontal, el expresidente polaco siempre dejó muy en claro sus puntos de vista frente a los demás y demostró abiertamente su amistad con Israel y Estados Unidos. Su rechazo a las am¬bi¬cio¬nes nucleares de Irán fue total. Hablaba de la necesidad de que el mundo tuviera “mano dura” con Teherán.
Frente a la coyuntura presentada con la trágica muerte del lí¬der polaco, Bronislaw Komorowski, quien ha ejercido como Pre¬sidente de Polonia a partir de ese momento, se perfila como la persona que podría sucederlo en el cargo después de las elec¬cio¬nes que fueron adelantadas para el próximo mes de junio.
Pero, en opinión de Tomasz Zarycki, director del Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de Varsovia, “el mayor pro¬blema es que Bronislaw Komorowski se verá forzado a sin¬ce¬rarse frente al pueblo polaco y admitir que su tarea será bajar el perfil del rol del Presidente, ya que la Plataforma Cívica, par¬ti¬do al cual pertenece, ha manifestado abiertamente que su es¬tra¬tegia es concentrar el poder en manos del primer ministro Do-nald Tusk. Esta es una redefinición con la que no todos los po¬lacos estarían de acuerdo, dado que Komoroswski se estaría con¬virtiendo en títere de Tusk, lo cual podría llevar a los poten¬cia¬les votantes a buscar candidatos que representen una opción dis¬tinta.
La Plataforma Cívica de Tusk y Komoroswski es el principal par¬tido político de centro-derecha de Polonia. En su programa de¬fiende la economía liberal. Sus propuestas económicas van orien¬tadas a bajar los impuestos e introducir el impuesto lineal. Quie¬re liquidar el Senado y limitar la burocracia. Postula la lu¬cha contra la corrupción y la delincuencia. Apoya la integración en la Unión Europea (UE). En el ámbito social, se opone a la euta¬nasia, el matrimonio homosexual y la legalización de las drogas.
Así las cosas, lo único que se puede concluir es que Ka¬czyns¬ki era una carta abierta sobre la mesa. Acerca de la dirección que to¬mará el nuevo gobierno de Polonia, y sus implicaciones para el renacimiento de la vida judía cortada de cuajo y de manera atroz hace más de sesenta años, habrá que esperar a que sigan gi¬rando las agujas del reloj.

Lilian Rotter / lilianrotter@gmail.com