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En Facebook también se comparte el odio

La perseguían en el recreo y le gritaban insultos. Se reían de ella y nadie quería ser su amiga. Hasta habían armado el «Club contra Luisa, la Bigotuda» y repartido distintivos entre las «socias», todas alumnas de sexto y séptimo grado de su colegio. Esto ocurrió hace 15 años. Hoy, muchas chicas y chicos pasan por lo mismo que ella; sólo que ahora, para unirse al «club», sólo basta un clic.
Según expertos en juventud y adolescencia, las redes sociales y las plataformas de Internet a través de las cuales se relacionan los chicos son sólo una herramienta más de comunicación. El problema es cómo se desdibujan los límites entre lo público y lo privado. Así, en Facebook entran en juego odio, intolerancia y discriminación; en las últimas semanas eso quedó en evidencia con los casos del grupo que promovía el antisemitismo o ese que «invitaba» a mofarse de una familia que vivía en el Alto Palermo Shopping. Otro ejemplo del uso de la Web para desafiar las normas fue el de las convocatorias a masivas «rateadas» en colegios.
«Existen dos aspectos contradictorios en el uso de estas redes sociales. Por un lado, la extrema visibilidad de prácticas que, quizá, no son novedosas, como las peleas entre chicos. Por otro, la opacidad de no saber quién es realmente el que está detrás de estos grupos virtuales», explicó a LA NACION Cecilia Arizaga, coordinadora académica de la carrera de Sociología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).
«Los enfrentamientos y peleas entre adolescentes y jóvenes siempre existieron. Lo que Internet modificó es la visibilidad. Incluso se traspasan las fronteras de Facebook y se llega a la televisión, como en el caso de la nena del Instituto San Roque», agregó la especialista, en referencia a la niña de 10 años que era injuriada a través de la red social por sus compañeros del colegio.
Para Arturo Clariá, psicólogo especialista en jóvenes y adolescentes, las redes sociales desdibujan las categorías de lo público y lo privado. «Estas herramientas hacen que los chicos no diferencien lo que es íntimo de lo que se puede difundir abiertamente. No tienen una idea de las repercusiones que pueden producir, por ejemplo, al armar grupos en Facebook para agredir a un compañero», indicó Clariá. «Incluso deben de estar sorprendidos de ver cómo algo que quizás empezó como un juego, aun más allá de la connotación agresiva, terminó por aparecer en todos los medios masivos de comunicación», agregó.
El caso de la niña fue tan difundido que, a pesar del pedido de dar de baja el grupo, aún hay un espacio en Facebook bajo el nombre «3 razones para odiar a Romina Perrone», con casi 5000 fans, muchos de los cuales se sumaron luego de que la noticia se conoció a través de la prensa. Incluso se formó un foro de debate sobre las «razones para odiar» a la mamá de la menor, que apareció en televisión defendiendo a su hija.
«Sin desmerecer el caso, esto no es una novedad. Nosotros también armábamos banditas y enfrentábamos a otros cuando éramos chicos. Sólo que no contábamos con herramientas como Internet, que para los chicos de hoy es tan natural», dijo Clariá.
Internet, y las redes, son las herramientas con las cuales los «nativos digitales» crean sus lazos sociales. «Las amenazas han existido siempre; también las intolerancias, los grupos que se unen en torno al odio a otro grupo. Internet es un vehículo, no se lo puede responsabilizar; esto tiene que ver con situaciones humanas y sociales y con una época donde la violencia es exaltada por muchas condiciones», sostuvo Diana S. de Litvinoff, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual.
«En tanto los medios de comunicación se van desarrollando, estas amenazas o intolerancias pueden expresarse en forma masiva», añadió.
El rol de los padres
Para algunos adultos, el mundo de las redes sociales en Internet es un misterio. Por eso, hay padres que deciden mantenerse ajenos, mientras que otros, por miedo y desconocimiento, prefieren impedir que sus hijos usen Internet libremente.
«Hay cada vez más herramientas nuevas que los padres no conocemos. Pero no se trata de estar todo el tiempo invadiendo los espacios de los chicos ni de prohibirles la computadora. Se trata de educar en valores. Y de preguntarnos por qué chicos de 10 años sienten la necesidad de expresar ese odio, por el medio que sea», indicó Clariá. «Más que hacer un curso de manejo de Facebook, deberíamos enseñarles a nuestros hijos los valores básicos de la vida», agregó.
Desde la Fundación Proyecto Padres, su director, Adrián Dall´Asta, consideró que es esencial el papel de los padres en cuanto a conocer de qué manera los hijos crean sus lazos sociales. «Como siempre, debemos saber quiénes son los amigos de nuestros hijos y de qué manera se están involucrando. Enseñarles el lado positivo de Internet. Generar amigos, estar abiertos al mundo es algo bueno», sostuvo Dall´Asta.
«El problema es que la mediación de la pantalla de la computadora hace que los chicos no midan el daño que pueden causar cuando agreden a otro. Nuestra función es enseñarles el buen uso de la Red», concluyó.

FORMSPRING, UNA RED PARA INSULTOS Y AGRAVIOS
• Como si se tratara de la pared del baño de la escuela donde se garabatean insultos anónimos, una nueva red social, Formsping.me , se convirtió en un imán para comentarios desagradables y de contenido sexual entre la generación Facebook. Las alternativas en materia de redes sociales siguen aportando polémicas, y Formsping es una plataforma para intercambiar chismes e insultos sin atenuantes de manera anónima. Todas las expresiones y las preguntas van a una casilla de correo privada en la que el usuario puede borrarlos o responder. Y sólo los que se responden se postean públicamente.