PRENSA

Se conmemoró el 65ª Aniversario de la Victoria de los Aliados sobre la Alemania nazi

La Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución nazi Sherit Hapleita y Generaciones de la Shoá en la Argentina efectuaron, en el salón auditorio de la AMIA, el acto celebratorio del 65ª Aniversario de la Victoria de los Aliados sobre la Alemania nazi. Todos los oradores coincidieron al destacar el papel central de la memoria colectiva para evitar que ocurra un nuevo Holocausto.

El conductor Shaul Hochberger, dio lectura a la Resolución de Presidencia de la Nación, que declaró este acto de “Interés Nacional”, luego de lo cual se entonaron el Himno Nacional Argentino y el Hatikva.
El primer orador fue el presidente honorario de Sherit Hapleita, José Moskovitz, quien agradeció una vez más a los Aliados y al Ejército Rojo “por habernos liberado. Y también recordamos la llegada de los soldados norteamericanos al campo de concentración de Buchenwald que no pudieron contener sus lágrimas ante los cuerpos esqueléticos y extremadamente frágiles de los sobrevivientes. No en vano el general Eisenhower les pidió a los periodistas presentes que registraran y archivaran con fotos y documentos esas escenas inimaginables e indecibles para que en el futuro nadie pudiera decir ‘esto no ocurrió’”.
Por su parte, Aldo Donzis, presidente de la DAIA manifestó “Este acto tiene un matiz diferente al que poseen las conmemoraciones que recuerdan el extermino de seis millones de nuestros hermanos. Sin minimizar el horror, sin olvidar a nuestro mártires, el aniversario que hoy recordamos es también una celebración, la del triunfo de la libertad y la derrota de la opresión”. Luego rindió homenaje a “los millones de combatientes que integraron la fuerzas aliadas, a los que ofrendaron sus vidas enfrentando el mal absoluto (…) Al mismo tiempo, no podemos olvidar la indiferencia de buena parte del mundo y de aquellos gobiernos que hicieron oídos sordos al llamado de nuestros hermanos perseguidos, quienes clamaban por encontrar vías de escape que les abrieran sus puertas para salvar vidas. Tampoco olvidaremos la negativa del alto mando aliado de bombardear las vías férreas que conducían a los campos de exterminio. Cuantas vidas podrían haberse salvado”.