PRENSA

Ghetto de Varsovia: el rol de la mujer

Se cumplen, el 19 de abril, 67 años del levantamiento del Ghetto de Varsovia, que ha dejado su impronta en nuestra memoria como símbolo de la resistencia que un puñado de jóvenes judíos ofreció al avance de la maquinaria nazi durante el holocausto. De aquellos días, en los que cualquier acto podía considerarse resistencia porque todo estaba prohibido, venimos hoy a recordar el papel fundamental que cumplieron las mujeres. Aquellas jóvenes no siempre registradas por la historia y no siempre recordadas por nosotros mismos, en su real dimensión de lucha y valentía.
Viene en nuestra ayuda para este recuerdo un poema de Jaim Guri, llamado «Resistencia»: «Resistió quien se dedicó al contrabando de panes. Resistió quien educó en secreto. Resistió quien escribió y distribuyó una revista subterránea que alertó. Resistió quien escondió una Torá. Resistió quien falsificó documentación «aria» que otorgó vida. Resistió quien ayudó a los perseguidos a escapar de país en país. Resistió quien escribió lo acontecido y lo enterró en la arena. Resistió quien ayudó a quien lo necesitaba más que a sí mismo. Resistió quien dijo aquello que lo acercó a su muerte. Resistió quien se levantó frente a sus asesinos con manos peladas. Resistió quien conectó entre si a los insurrectos y pasó órdenes y armas. Resistió quien sobrevivió. Resistió quien luchó armado, en la calle, en las montañas y en los bosques.
Resistió quien se levantó en los campos de exterminio. Resistió quien se sublevó en los ghettos, entre muros destruidos, en la sublevación más desesperada que supiera el hombre en su vida.No formados para la guerra, mal pertrechados y peor armados aún, esos jóvenes nos legaron un testimonio que bien puede verse reflejado en estas palabras que escribió Martin Buber: «…la verdadera historia del hombre no está compuesta de victorias estériles sino de derrotas fructíferas…».
Estas breves palabras de homenaje están dedicadas a la bendita memoria, entre otras, de: Tzivia Lubetkin (vicecomandante del Ghetto de Varsovia), Jaika Grosman (una de las líderes del levantamiento en Byalistock), Rozka Korchak y Vitka Kovner (participantes de la resistencia en Vilna), Irena Adamovich (perteneciente al movimiento Hashomer Hatzair y encargada de prensa y difusión de la resistencia) y Gisi Fleischman (líder de Wizo y participante de la resistencia en Eslovaquia). Todas ellas y muchas otras dieron la batalla con idéntico coraje y valentía que sus compañeros varones, y al mismo tiempo se hicieron dueñas de una forma especial, única, inigualable de la resistencia: siguieron incansablemente educando. En medio del horror y la muerte, fundaron escuelas en los ghettos y se negaron a abandonar la tarea de educar a los niños, porque sabían que allí, en la educación, reside la fuerza y el sentido de la libertad y de la vida.
Para el final de esta recordación, traemos un fragmento de otra poesía, en este caso de Henryka Lazawer, que lleva por título «La pequeña contrabandista»:
«Por sobre el muro, a través de los orificios, pasando junto a la guardia. A través de los alambres, las ruinas y las cercas. Valiente, hambrienta y determinada. Me escabullo como una flecha. A mediodía, de noche, al amanecer, con tormentas de nieve, frío o calor, arriesgo mi vida cien veces. Y me expongo. Bajo mis brazos llevo un saco. Sobre las espaldas, harapos. Pero con piernas ágiles y un terror perdurable en el corazón. Pero debemos soportarlo todo. Debemos aguantarlo todo. Para que mañana por la mañana la buena gente pueda llenarse el estómago».

(*) Presidente de DAIA Rosario