PRENSA

Represión policial en Irán en el 31° aniversario de la revolución

Miles de partidarios del gobierno se congregaron ayer en el centro de Teherán para celebrar el 31° aniversario de la revolución islámica, al tiempo que una impresionante fuerza de seguridad dispersó contramarchas de la oposición, que chocó varias veces con los policías. Al cierre de esta edición, era aún indeterminado el número de arrestos y heridos.

En un discurso televisado a todo el país y pronunciado en la plaza central, el presidente Mahmud Ahmadinejad proclamó que Irán está en condiciones de fabricar un arma nuclear aunque -dijo- no lo hará porque contradice el ideario islámico. Todo ocurrió un día después de que Estados Unidos impusiera sanciones económicas a cuatro empresas asociadas con la Guardia Revolucionaria -la fuerza militar de élite del país- luego de que fracasara una nueva ronda de diálogo con la que Occidente pretende controlar o bien desarmar el controvertido plan atómico iraní.

«Por favor, presten atención y entiendan que el pueblo de Irán es lo suficientemente valiente y que si Irán quiere construir una bomba, claramente lo anunciaría y la construiría. Cuando decimos que no la construiremos, eso significa que no la haremos», sostuvo el presidente, mientras a varias cuadras de distancia la policía mantenía a rayas a miles de opositores que también buscaban manifestarse para protestar contra el gobierno y reclamar mayores libertades. Asimismo, Ahmadinejad reveló que científicos iraníes han conseguido producir, en apenas dos días, el primer paquete de uranio enriquecido al 20% y que Irán es ya «un país nuclear».

Con este escenario desplegado en la capital iraní, son muchos los observadores que ven en el anuncio nuclear -aún no confirmado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)- una simple maniobra para ocultar las protestas. «Y así ocurrió: la prensa mundial se concentró más en el anuncio atómico que en los disturbios», comentaba un periodista extranjero en Teherán. Desde Washington, sin embargo, la Casa Blanca dijo descreer de que Irán pueda ahora construir una bomba, una estimación que coincide con un documento secreto de la AIEA revelado ayer. Los analistas en Teherán, asimismo, opinan que la fabricación de una bomba sigue siendo un plan imposible de concretar e interpretan el anuncio de Ahmadinejad como una jugada para forzar nuevas negociaciones.

La policía, al chocar con manifestantes en varios lugares de la capital, lanzó gases lacrimógenos y bolas de pintura para facilitar su detención, reportaron portales opositores en la Internet. Decenas de milicianos progubernamentales armados con bastones atacaron la caravana del ex candidato presidencial Mahdi Karroubi cuando trataba de sumarse a una protesta, dijo su hijo, Hossein Karroubi. Los atacantes dañaron numerosos automóviles y destrozaron las ventanas del auto de Karroubi, aunque éste escapó ileso, agregó.

Las fuerzas de seguridad realizaron numerosas detenciones, según testigos. Otros jefes de la oposición, como el ex presidente Mohamed Jatami, también sufrieron agresiones, aunque sin resultar heridos, cuando unos hombres vestidos de civil atacaron su coche mientras se dirigían a las manifestaciones. Las fuerzas de seguridad iraníes impidieron a otro líder opositor, el ex primer ministro Mir Hosein Musavi, sumarse a la manifestación oficial, informó su sitio internet Kaleme.org, precisando que su mujer fue «golpeada». Fuerzas de seguridad detuvieron incluso brevemente a la nieta del difunto ayatolá Ruhola Jomeini, el arquitecto de la Revolución Islámica de 1979, y su esposo, ambos políticos reformistas, dijo el hijo de la pareja, Alí.

Con todo, los choques entre policía y opositores no parecen haber alcanzado la gravedad de los que tuvieron lugar en diciembre, cuando al menos ocho manifestantes murieron en Teherán.

Al igual que en ocasiones anteriores, la prensa extranjera tuvo prohibido informar sobre las protestas. Los periodistas fueron trasladados en autobús directamente desde la oficina de prensa en Teherán hasta la plaza donde habló Ahmadinejad y, tras el discurso, conducidos de regreso.