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Cristianos, judíos y musulmanes comparten su fe a través de Internet

En la era de los blogs y las redes sociales, crecen en la Argentina las organizaciones religiosas que experimentan con las nuevas herramientas que ofrece la Web a fin de difundir sus actividades, interactuar con sus fieles o divulgar la palabra de Dios entre los más jóvenes. Devotos que buscan consejos on line, rabinos que dan clases vía YouTube y versos del Corán que circulan por Facebook son algunos ejemplos de esta tendencia. ¿Cambiarán los nuevos soportes tecnológicos la forma de manifestar la fe?
Titilan como estrellas. Y en épocas de festejos brillan en el ciberespacio con más fuerza que nunca. Se trata de las comunidades de fieles virtuales, esos grupos de pertenencia que surgieron bajo el paraguas de los nuevos instrumentos que brinda la Web 2.0. Las estructuras religiosas del mundo siguen de cerca este fenómeno y es por eso que no sólo aumentan su presencia en la Red sino que buscan estar al día con los últimos avances tecnológicos.
“Jóvenes, les pido que testimonien su fe con medios digitales”, dijo el papa Benedicto XVI en junio de 2009 con motivo del lanzamiento del sitio Pope2you (www.pop2you.net), el portal del Vaticano que permite escuchar a través de la plataforma social Facebook las palabras del Pontífice, ver fotos, recibir mensajes de felicitación bajo la forma de tarjetas virtuales y seguir las actividades de la Iglesia mediante distintas aplicaciones desarrolladas para los dispositivos móviles iPhone e iPod Touch. “A vosotros, que casi espontáneamente os sentís en sintonía con estos nuevos medios de comunicación, os corresponde de manera particular la tarea de evangelizar este continente digital”, reza la carta de presentación del sitio.
En la Argentina, algunas organizaciones siguen la misma línea para difundir sus ideas y generar una relación más dinámica con su comunidad. El rabino Yoel Migdal, del movimiento judío Jabad Lubavich, no oculta su orgullo por los resultados que le da este vínculo virtual.
“En Facebook, hay grupos formados por gente que come kosher. Hay otro que se llama ‘Yo no uso el Facebook en Shabat’. Se genera un sentimiento de pertenencia, una identidad. Respetar las viejas tradiciones y usar las nuevas tecnologías es totalmente compatible”, explica y sonríe al ver los comentarios que algunos seguidores le dejaron como agradecimiento al último post que hizo desde su teléfono BlackBerry acerca del horario de encendido de velas. “Hoy en día mucha gente me hace preguntas rabínicas por este medio o incluso me piden consejos personales. El desafío es muy grande porque el otro no está enfrente pero hay que aprovechar cómo vive la sociedad en cada momento para poder transmitir un mensaje correcto.”
En el mismo sentido, se expresa el padre Rubén Ceraci, de la pastoral de jóvenes del Arzobispado de Buenos Aires, quien encontró en las redes sociales un “lugar de aliento” a las acciones que la institución genera.
“En la vicaría de jóvenes y en la parroquia, solemos publicar eventos, actividades y notas. También he subido plegarias. Resulta ser un medio complementario para el encuentro real” sostiene. “Hace un tiempo, una joven me agregó al Messenger porque una amiga le recomendó que se contactara conmigo. Estuvimos hablando una hora ya que estaba muy mal porque quería abortar. Me pidió que prendiera la cámara, ella prefirió mantener la privacidad. Y fue algo muy especial, porque esa chica no hubiese venido a hablarme personalmente.”
Nuevos vínculos. Las tecnologías de la información proponen construir una relación distinta entre los creyentes y las instituciones religiosas. Un claro ejemplo es el Campus Interactivo Tangle (www.tangle.com), una red social estadounidense de la que participan grupos de fieles, iglesias y ministros que comparten videos, música y discusiones sobre la Biblia. Incluso hay una sección para que los usuarios publiquen su oración. No falta el ranking de los personajes preferidos de la Biblia y el top five del rock, rap, gospel y hip hop cristianos. Otros ejemplos son la Iglesia de Dios (www.churchofgod.org) y la iglesia Granger (www.gccwired.com), con una red de blogs formada por pastores y líderes protestantes. Y en el mundo musulmán se destacan las redes sociales Muslim World (www.muslimworld.ning.com) y Naseeb (www.naseeb.com), una red para conocer amigos o pareja, con más de ochocientos mil miembros.
¿Pueden estas nuevas iniciativas reemplazar a la iglesia, la sinagoga o la mezquita? Sumer Noufouri, secretario general del Centro Islámico de la República Argentina, no ve factible esta posibilidad. O al menos en un tiempo cercano.
“Más que las redes sociales puedan banalizar la religión, creo que la religión la puede revalorizar. Nosotros, los musulmanes, tenemos un rezo comunitario todos los viernes y el contacto con nuestros pares es importante”, anuncia “Por ahora, no creo que lo podamos reemplazar por un rezo virtual. Se podría suplir en algunos casos de imposibilidad física o de ausencia por viaje. Es una idea que tenemos para el futuro la de hacer una transmisión en vivo desde la mezquita.”
Hoy en día, el blog y el perfil del Facebook del Centro Islámico son utilizados como una herramienta de comunicación institucional y también un lugar donde se recomienda a sus seguidores algunas notas y videos sobre el Corán, libro sagrado de los musulmanes.
Para entender el éxito de estos sitios alcanza con navegar un rato por la órbita digital: dinamismo y movimiento constante son las características principales que atrapan al público más joven. También es importante la inmediatez con la que se contestan las preguntas de los usuarios y la renovación de contenidos. Para esto, muchos portales tienen salida a redes como Facebook, Flickr, Twitter, YouTube, My Space y LinkedIN.
“El judaísmo es pro comunitario, fomenta el contacto cara a cara. Por eso la ley judía exige que haya diariamente un grupo de diez personas rezando, pero el mundo tiende a hacer que la persona se encuentre en soledad, que desde su casa pueda relacionarse, conseguir un trabajo”, explica Migdal. “Más allá de que uno tiene que promover el encuentro físico, si quiero difundir una clase de Torá, el que puede venir a presenciarla bien, y si no, que por lo menos la vea por Facebook. Muchos jóvenes que no se animan a acercarse a una institución religiosa pueden acceder por este medio sin necesidad de mostrar su identidad o de estar expuestos, y eso es una puerta masiva muy grande.”
¿Cuál es el futuro de la religión 2.0? ¿Se podrán sostener en el tiempo estas comunidades? Dependerá mucho de cómo las estructuras tradicionales interpreten lo que palpite el ciberespacio.
En tiempos de apodos virtuales y modas que flamean al compás de las nuevas tecnologías del universo de la formación, sólo resta mirar al cielo y diferenciar una estrella de una fugaz.