PRENSA

Implicancias de la dignidad humana para las tres tradiciones monoteístas

Un seminario de referencia
sobre «Implicaciones de la dignidad humana para las tres tradiciones
monoteístas» reunió en Sevilla, España, a 27 líderes cristianos, judíos y
musulmanes. Organizado por la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo,
contó con la participación de los cardenales Kasper y Tauran, el patriarca
Fouad Twal y el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo.

Los participantes en el encuentro, que tuvo lugar los días 9 y 10 de
diciembre, fueron designados por la Santa Sede, el Patriarcado Ecuménico, el
Comité Judío Internacional para Consultas Interreligiosas y la Liga
Musulmana Mundial.

Aunque estas entidades mantienen extensas relaciones y diálogos con
distintas comunidades religiosas informa a ZENIT un comunicado de los
participantes–, ésta es la primera vez que han elegido unirse para fomentar
el entendimiento interreligioso. Los participantes procedían de Europa,
Oriente Medio, America del Norte y del Sur.

El encuentro comenzó con la bienvenida y discursos de Elvira Saint-Gerons,
directora gerente de la Fundación Tres Culturas; Miguel Lucena, secretario
general de Acción Exterior, Junta de Andalucía; el cardenal Walter Kasper,
presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Judíos; el
cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el
Diálogo Interreligioso; el rabino Richard Marker, presidente del Comité
Judío Internacional para las Consultas Interreligiosas; el metropolitano de
Francia Emmanuel Adamakis del Patriarcado Ecuménico; el doctor Saud Bin
Abdullah Al-Ghedayan, director del Centro Cultural Islámico de Madrid y
monseñor Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla.

Las presentaciones sobre el tema de la conferencia corrieron a cargo del
rabino profesor Daniel Sperber, el doctor Saud Bin Abdullah Al-Gedayan, y el
padre José Ramón Echeverría.

En su intervención el cardenal Walter Kasper dijo: «Si queremos evitar
conflictos tenemos que apelar al diálogo: es la posibilidad para la
supervivencia de la raza humana puesto que los tiempos han cambiado y las
religiones no pueden vivir de forma independiente, tienen que convivir unas
con otras».

Por su parte Richard Marker pidió reconocer la dignidad en el otro. «Es una
manera de generar empatía hacia él y así promocionar el camino hacia la
paz».

Sin embargo, el diálogo debe dar un paso más recordó Emmanuel Adamakis:
«Tiene que ir hacia la justicia social y el respeto a los derechos humanos y
a conseguir la paz sin excepción».

Porque, afirmó Saud Bin Abdullah, «la dignidad humana no se realiza si no
hay un reconocimiento y una garantía de la libertad y de los derechos de la
persona».

Monseñor Asenjo recordó que la Archidiócesis de Sevilla, en el campo del
ecumenismo y del diálogo interreligioso, «trata de mantener unas relaciones
no sólo correctas, sino también fraternas y cordiales con otras iglesias o
comunidades eclesiales, a algunas de las cuales, especialmente aquellas que
provienen de la tradición ortodoxa, se les ofrecen lugares para celebrar la
divina liturgia».

«Al mismo tiempo, tratamos de mantener unas relaciones fraternales, con
judíos y musulmanes, conscientes del acervo común que nos une como
creyentes», añadió.

Los participantes trabajaron en talleres, profundizando en los temas: «La
Santidad de la vida: ¿absoluta o cualificada?»; «Reconciliando la
responsabilidad individual y comunal»; y «Derechos Humanos y Libertad de
Religión».

Los diálogos se desarrollaron dice el comunicado de los participantes- «en
un espíritu de respeto y amistad mutuos centrados en los principios
fundacionales de las tres tradiciones sobre la inalienable y divinamente
concedida dignidad de cada ser humano. De acuerdo con esto, los debates se
dedicaron al papel adecuado y a las responsabilidades de la religión y de
los líderes religiosos en su relación con la sociedad secular y gobiernos de
todo tipo».

Los participantes afirmaron la indispensabilidad de este tipo de diálogos y
basándose en estas interacciones constructivas y positivas, se
comprometieron «a llevar de vuelta a sus respectivas comunidades los
mensajes de estas deliberaciones, adscritos a un mandato, compartidas por
las tres tradiciones monoteístas para apreciar el valor infinito, la
dignidad y los derechos de toda la humanidad».