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Se afianzan los vínculos con Irán

EL ALTO (De un enviado especial).- Tal vez no haya una postal más representativa de América del Sur que una de esta ciudad, con sus calles colmadas de sus mujeres con ropas multicolores, sus mercados bulliciosos, su tráfico indomable?
Pero seguramente esa postal resultará más llamativa si la foto se toma en la Calle 8 de la Villa Dolores de esta ciudad de 800.000 habitantes que adora al presidente boliviano, Evo Morales. Allí se destaca, entre las casas bajas, un edificio de siete pisos y dos cuerpos. En uno de sus costados cuelga una bandera que dice «La sociedad de la Media Luna Roja iraní. Hospital de Irán».
Este edificio, en el que los albañiles trabajan a toda máquina y que pronto dará servicios de salud en un barrio pobre, ubicado a unos 40 minutos de La Paz, es uno de los primeros resultados visibles de la alianza que forjó Morales con el polémico mandatario iraní, Mahmoud Ahmadinejad.
Y si bien en La Paz no son pocos los que cuestionan esta cercanía (así como objetan el alineamiento de Morales con Hugo Chávez), lo cierto es que Irán, y también Rusia, podrían tener un rol cada vez más protagónico en un segundo gobierno de Morales. Y no tanto de Caracas.
De hecho, uno de los principales desafíos de Morales en el futuro es mantener su política de nacionalización de hidrocarburos, pese a que provocó que se retrajera la inversión privada en el sector y que el país registre incumplimientos en los contratos de exportación. Actualmente envía la mitad de los metros cúbicos comprometidos con la Argentina y tres cuartos de los acordados con Brasil, aunque estas ventas supongan alrededor del 60% de las exportaciones bolivianas, que superaron los 6800 millones de dólares en 2008.
¿Y por qué quiere mantener la nacionalización ante este panorama? Muy simple: porque tiene la política de que «la población participe de las ganancias del sector», que ha sido fundamental para que hoy Morales pueda aspirar a la reelección. Eso se puede ver en una serie de bonos de ayuda a embarazadas, jubilados y niños en edad escolar implementados por este gobierno, que se pagan con fondos de las exportaciones de gas a segmentos de bajos recursos.
«Más que provocar a Estados Unidos con la alianza con Irán, Morales pretende conseguir de ese país recursos que pueden llegar hasta los 1000 millones de dólares en apoyo y transferencia de tecnología para el sector energético, la industrialización de lácteos, el establecimiento de medios de comunicación en el área rural y la obtención de recursos que se complementen con la estrategia de industrialización del gobierno en esta nueva etapa», dijo a LA NACION el experto en relaciones internacionales Hugo Siles.
«Este segundo gobierno estaría tratando, con el apoyo de Irán o de la empresa rusa Gazprom, de invertir en el sector energético para industrializar la producción de gas y ampliar la exploración para cumplir con los contratos con los vecinos y aumentar el nivel de sus reservas», agregó.
Tal estrategia sería aún más imperativa en un contexto en el cual, según la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, las ventas de gas a la Argentina y Brasil caerán en 1000 millones de dólares este año respecto de 2008 por la baja del precio internacional del fluido.
Según Siles, la relación con Caracas seguirá en el segundo gobierno de Morales con el nivel de intensidad actual salvo que tanto Chile como Brasil giren a la derecha, si allí obtienen la presidencia Sebastián Piñera y José Serra. En ese caso, estimó, habrá menos tolerancia de Brasil a los incumplimientos en los contratos de abastecimiento de gas y, por parte de Chile, que también podría pasar a competir con Bolivia en el mercado regional de la exportación de gas, se complicaría aún más la posibilidad de que sea escuchado el reclamo histórico de este país por la salida al mar.
«En ese caso, habría más equilibrio en los discursos y Evo bajaría el tono porque el eje Buenos Aires-La Paz-Quito-Caracas quedaría más debilitado», estimó Siles.
El acercamiento a Teherán, según Siles, no tendría por objetivo provocar a Estados Unidos, pero lo cierto es que las relaciones de Morales con la Casa Blanca siguen muy deterioradas. Hace unos días el propio Evo dijo que con Barack Obama «Estados Unidos cambió de color, pero no de política».
Las relaciones están tensas desde que el gobierno boliviano echó del país por una supuesta injerencia en política interna al entonces embajador Philip Goldberg en septiembre de 2008, cuando aún no había asumido Obama. También Estados Unidos ha criticado una supuesta falta de cooperación de Bolivia en el combate del narcotráfico, mientras que La Paz acusa a Washington de criminalizar a los campesinos cocaleros.
Tal conflicto determinó la exclusión de Bolivia de un sistema norteamericano de beneficios arancelarios que le permitía exportar unos 300 millones de dólares de manufacturas textiles y madera. Según Siles, la posibilidad de recuperar este mercado sería un incentivo para que Morales intente próximamente una normalización de las relaciones con la Casa Blanca.