PRENSA

El atentado, 15 años después

SAO PAULO (CJL) – El reloj, el 18 de julio de 1994, marcaba 9.53, de una fría mañana del invierno de Buenos Aires. Venidos del interior del país, Rosa Barreiro y su hijo Sebastián, de apenas 5 años, caminaban por la calle Pasteur, de la ciudad porteña, rumbo a un hospital. Pasaban en frente a la sede de la AMIA, institución de la comunidad judía local, donde decenas de personas trabajaban. En aquel momento, una explosión ocurrió en la entrada del predio, y la Argentina fue golpeada por el mayor atentado terrorista de su historia. Murieron 85 personas, entre ellas el pequeño Sebastián.

La lista de las víctimas de ese abominable ataque, responsable también por cerca de 300 heridos, contiene hombres y mujeres, judíos y católicos, argentinos, bolivianos y chilenos. El terror dejó otra vez más la marca de la opción por la matanza indiscriminada, del desprecio por la vida. Y, con su torpe estrategia, manchó también el escenario latinoamericano, en el cual convivimos con diversas injusticias y desafíos, pero donde desde siempre rechazamos la importación de conflictos oriundos de otras partes del planeta. En nuestras tierras, por ejemplo, prevalece la tradición de la coexistencia pacífica entre comunidades árabe y judía, experiencia que esperamos testimoniar en Medio Oriente.

Hace exactos quince años, un coche-bomba manejado por un suicida y con cerca de 300 kilos de explosivos destruyó el predio de siete pisos de la AMIA. Dos años antes, los terroristas habían atacado a la Embajada de Israel en Buenos Aires, en un ataque que dejó 29 muertos y 242 heridos. La historia argentina de la década de 1990 va a cargar con las cicatrices indelebles de dos ataques de terror que provocaron más de una centena de muertes.

Y, por el momento, esos actos remiten también a la impunidad. Más de una década después de los dos atentados, nadie esta preso o condenado. En el caso Amia, la fiscalía argentina apunto al envolvimiento del régimen iraní en el atentado, y el entonces presidente de Argentina, Néstor Kirchner, reclamó, en un discurso realizado en las Naciones Unidas en el 2007, la falta de colaboración de las autoridades de Teherán para esclarecer la autoria del crimen.

Para enfrentar el terrorismo internacional, es de particular relevancia, entre otros factores, la intensificación de la cooperación entre las sociedades democráticas, víctimas permanentes de los grupos que desean imponer su ideología basada en el culto de la violencia y en el rechazo al diálogo y a la convivencia pacífica. Y, para consolidar aun más las raíces de la democracia conquistada en la mayor parte de nuestro continente latinoamericano en tiempos recientes, creemos que es fundamental apostar en sociedades internacionales con regimenes comprometidos con las libertades individuales y con la estabilidad del escenario global. Valores como estos contribuirán de forma significativa para que América Latina, a pesar de todos los problemas, profundice la construcción de sociedades democráticas, más estables y mas justas, desde el punto de vista social y económico.

Pasando del escenario internacional al plano interno, queremos reafirmar nuestro firme compromiso con el combate al racismo y a la discriminación, con la educación para la paz y con el diálogo interreligioso. Tenemos, en nuestras entidades, comandado diversas iniciativas para fortalecer esta tradición latinoamericana de convivencia pacífica entre diversos grupos étnicos y religiosos. Nuestro apoyo va desde iniciativas de contactos entre líderes de diversas confesiones religiosas hasta eventos deportivos, como una maratón por la paz que va a producirse en Sao Paulo, con atletas en un recorrido entre los clubes Monte Líbano y Hebraica.

Quince años después del atentado contra la Amia, redoblamos nuestros esfuerzos para homenajear la memoria de las víctimas del terrorismo, a luchar contra la intolerancia y a promover la cultura de paz y de entendimiento.

Y esperamos que se haga justicia, también para que Rosa Barreiro, que sobrevivió al ataque en Buenos Aires, finalmente sepa quienes fueron los responsables de la muerte de su hijo Sebastián.