PRENSA

Revista Compromiso: Entrevista a Nicolás Sabuncuyan

Compromiso -¿Qué se entiende por genocidio armenio?

NS: El genocidio contra el pueblo armenio puede considerarse como el punto culminante de un proceso acumulativo de matanzas colectivas  instrumentadas como política de Estado, que profundizaron el proceso de “marcaje” y el deterioro de las condiciones de existencia de los armenios en el Imperio Otomano desde el siglo XIX.  A comienzos del siglo XX,  esta política fue retomada a una escala más vasta por dos regímenes políticos sucesivos, y su resultado final sería el exterminio de un millón y medio de armenios, y cerca de 700.000 desplazados.

El primer régimen fue el Gobierno del Comité Unión y Progreso (CUP), también conocido como Jóvenes Turcos, que tomó el poder en 1908. Entre 1915 y 1918, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, los líderes del decadente Imperio Otomano proyectaron deshacerse de la llamada “Cuestión Armenia”, pueblo al que veían como una prolongación interna del enemigo externo, aniquilando a la población de forma sistemática. En su proyecto de expansión hacia el este, conformando un imperio panturquista con otros pueblos túrquicos de Asia, el exterminio era un paso necesario. El método más emblemático fueron las “caravanas de la muerte”, caminatas interminables por el desierto en donde morían en el trayecto mujeres, ancianos y niños, borrando la mayor parte de los rastros.

Tras la capitulación otomana, Mustafá Kemal retomó la bandera del nacionalismo turco y continuó con el plan sistemático de aniquilación de los armenios hasta la fundación de la República de Turquía en 1923. La fecha simboliza el “fin” del proceso de liquidación física (aunque no de hechos de violencia a lo largo de la historia moderna) junto a la implementación como política del negacionismo y de esfuerzos en diversos planos para erradicar todo recuerdo de la presencia étnica y cultural armenia en Anatolia.

C: -¿Cómo respondió la comunidad internacional en aquél entonces?

NS: El genocidio armenio fue un hecho documentado en gran medida por diplomáticos y corresponsales de países de peso en la comunidad internacional como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Francia y Alemania. La actitud de los Aliados no fue uniforme durante todo el proceso, sino que  varió de acuerdo a los intereses estratégicos en cada momento. Las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial presionaron para que se realizara un juicio, que se concretó entre 1918 y 1919, sin que el Estado ejecutara las sentencias dado que la amplia mayoría de los perpetradores había buscado refugio en otros países, con la anuencia de los gobernantes.

El Imperio, que devendría en República, no quedó bajo ocupación total Aliada, ni sujeto a procesos efectivos de desmovilización militar y desarme. Ante elavance bolchevique en el Cáucaso, las potencias evitaron insistir en la cuestión, y a falta de intervención externa y de instrumentos internacionales para su juzgamiento, los perpetradores del genocidio gozaron de impunidad en términos jurídicos, siendo este el origen de que un sector político del pueblo armenio se organizara para hacer efectivo el cumplimiento de las sentencias con sus propias manos, habiendo agotado todas las instancias existentes.

C: -¿La Convención sobre Genocidios de las Naciones Unidas aplica a las masacres de los armenios a manos de los turcos a comienzos del siglo XX? ¿Ha definido la ONU posición al respecto?

NS: El primer aspecto que debemos recordar es que el propio término genocidio fue acuñado por el jurista polaco judío Rafael Lemkin, según sus propias palabras, en función de lo ocurrido con los armenios a partir de 1915 y con las prácticas del nazismo. Jurídicamente, la noción fue incorporada en la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio en 1948. Sin embargo, debe aclararse que dicha Convención no fue constitutiva de un nuevo delito sino declaratoria de un crimen preexistente en el Derecho Internacional.

De este modo, entendemos, debe aplicarse retroactivamente, tanto porque este delito es considerado de lesa humanidad, como para poder cumplir con el objetivo de la prevención. La Subcomisión de prevención de discriminaciones y protección a las minorías de la ONU en 1985, a pesar de las fuertes presiones de la diplomacia turca y en gran medida con el invaluable aporte de Leandro Despouy, enviado por el presidente Alfonsín, aprobó el informe realizado por Benjamin Whitaker, que incorporaba el genocidio armenio a esta categoría.

C: -¿Qué alega Turquía para rechazar la designación de genocidio a la matanza perpetrada?

NS: Puesto que el negacionismo es una política de Estado turca casi centenaria, ha ido atravesando distintas etapas. Dado que no puede ocultar el hecho de haber aniquilado a una porción de la población del imperio, ni invisibilizar la destrucción o la apropiación de su patrimonio, intenta no solamente relativizar el número de víctimas, sino contextualizar esas muertes en el marco de enfrentamientos o de medidas de reubicación desesperadas que llevaron a resultados trágicos en el marco de la Primera Guerra Mundial. Además, sostienen que no se puede aplicar la

Convención de Genocidio a pesar de la derrota diplomática que sufrieron en 1985, y que están dispuestos a tender puentes de reconciliación, aunque la frontera con la República de Armenia fue cerrada unilateralmente por la Guerra de Nagorno Karabaj, y el discurso anti-armenio es una constante.

Esto hace difícil que los armenios puedan aceptar, por ejemplo, las condolencias de Erdogan ofrecidas para el Centenario del Genocidio, y que fueran más quienes lo leyeran como un oportunis mo cínico que como un avance. En el siglo XXI es inadmisible que la máxima aspiración de la Causa Armenia sea que el presidente turco ofrezca condolencias por los muertos, como si el genocidio hubiera sido un accidente que no tiene consecuencias en la actualidad.

C: -¿De qué manera responde la comunidad armenia a la negación turca?

NS: La comunidad armenia tiene en la causa por el reconocimiento del genocidio por parte de su perpetrador su principal punto de acuerdo en todo el mundo. Dada la diversidad de contextos en los que se instalaron las comunidades, la lucha contra el lobby negacionista se expresa de maneras diversas, pero en cada contexto se intenta accionar en los ámbitos académicos, políticos, culturales, deportivos, religiosos, educativos y de beneficencia, con distintas herramientas. Me atrevo a decir que es muy difícil encontrar una actividad de cualquier comunidad armenia que no presente en una de sus aristas un contenido de esta lucha. Si bien las demostraciones de mayor masividad se producen los 24 de abril, fecha que rememora el inicio del genocidio, en cada acto escolar, en cada actuación de un equipo deportivo y en cada festival de danzas también se va a encontrar el reclamo permanente.

C: -En la actualidad, ¿qué países reconocen el genocidio del pueblo armenio como tal?

NS: La Argentina es el caso más significativo, ya que los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) lo han reconocido. Este año se cumplieron diez años de la promulgación de la Ley Nacional 26.199, que declara el 24 de abril de todos los años como el “Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos”, en conmemoración del genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. A su vez, Uruguay tiene la virtud de haberlo reconocido en 1965, con motivo del Cincuentenario.

Además de los mencionados, han existido reconocimientos por parte de Alemania, Bélgica, Bolivia, Canadá, Chile, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Holanda, Paraguay, Polonia, República Checa, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, el Vaticano y Venezuela. En Estados Unidos, salvo cuatro Estados, todos tienen resoluciones al respecto, pero el Gobierno federal se opone sistemáticamente a dar pasos en este sentido. También debe destacarse que organismos regionales como el Parlamento Europeo y el Parlamento del Mercosur se han pronunciado al respecto.

C: -Entrando en el plano de las relaciones internacionales, Israel no reconoce oficialmente a las matanzas como un genocidio. Su opinión por favor.

NS: El reconocimiento del genocidio armenio por parte de los Estados genera siempre una reacción por parte de Turquía, principalmente de amenazas, que en general no puede cumplir por tratarse de una potencia regional que no puede prescindir de determinadas relaciones. Sin embargo, en el caso de Israel entiendo que sus relaciones con Turquía, que no atraviesan momentos de calma precisamente, son de las pocas que ha podido sostener durante décadas con el mundo islámico, y esto le otorga un valor especial. Es por ello que cada año cuando en la Knéset se discute el tema, y los parlamentarios los aprueban en comisión, entendemos que al no aprobarse no está vinculado con la cuestión histórica sino con las posibilidades geoestratégicas de generar un factor de discordia con Turquía. No tiene otros motivos de peso como Estado para no avanzar en la resolución, ya que es innegable la amistad y solidaridad entre los pueblos armenio y judío a lo largo de la historia.

C: -Armenia mantiene buenas relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán, cuyo Gobierno oficialmente niega la existencia del Holocausto judío acaecido durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué comentario le merece esto?

NS: En línea con la respuesta anterior, la República de Armenia está situada en una región donde mientras uno de sus vecinos es Turquía, quien cerró su frontera unilateralmente, otro, Azerbaiyán, es uno de los contendientes en la Guerra de Nagorno Karabaj. Por lo que sus únicos vecinos con los que puede establecer relaciones son Georgia e Irán, siendo éste último de un peso insoslayable para Armenia, especialmente en lo económico, además de la importante comunidad armenia que allí reside. Es difícil pensar que en estas circunstancias Armenia incorpore el tema de la Shoá en diálogo con Irán, pero el tipo de vínculo no es condicionante para que haga depender su posición al respecto. Entiendo que

Armenia no puede hoy cambiar la posición de Irán, pero la postura de Ereván es clara al respecto.

C: -¿Cómo definiría la relación de las comunidades armenias y judías en la diáspora?

La relación entre las comunidades suele ser de mutuo respeto y de búsqueda permanente de trabajar en conjunto, esto en término de las instituciones. Como ejemplo, existe un convenio firmado entre DAIA y CNA desde 2011, y es habitual ver que distintas organizaciones expresen sus buenas relaciones a través de actividades y de la solidaridad, como es el caso de la posición de la comunidad judía en Argentina frente al genocidio armenio. A la vez, como grupos humanos que han atravesado una tragedia y a la vez han sido integrados a un esquema multicultural en Argentina, sin perder su identidad, los elementos en común son un factor de unidad permanente, más allá de las instituciones, y esto se ha transmitido a las sucesivas generaciones.

C: -Cuéntennos sobre las campañas de concientización y educación que realiza el Consejo Nacional Armenio-Argentina para Sudamérica en nuestra región.

NS: El trabajo de concientización sobre el genocidio y los otros temas de la agenda de la Causa Armenia lo desarrollamos en el ámbito político, educativo y para la población en general. En el primero, es a través del contacto permanente con las autoridades nacionales y provinciales, con legisladores y dirigentes, que en general nos reciben con buena predisposición y nos acompañan en el desarrollo de nuestra agenda. En el ámbito educativo, a través del desarrollo de talleres destinados a la educación inicial y media, la capacitación de docentes y la organización y participación en Congresos y Cátedras alusivas a la materia. Hacia el público en general, nos dirigimos a través del trabajo con la prensa nacional y local, y el auspicio y promoción de actividades culturales vinculadas a la temática.

C: -Ha llegado a los cines una película (La Promesa) que retrata para una audiencia masiva las penurias de los armenios en Turquía durante los momentos previos y durante el genocidio. ¿Considera que se ha hecho un retrato fidedigno de los hechos?

NS: La Promesa tiene la virtud de ser una película orientada a la audiencia masiva, y como tal, construye una narración donde une acontecimientos muy significativos de la población que sufriría el genocidio a través de los mismos protagonistas. Si bien es improbable que las mismas personas atravesaran todos ellos, cada uno está narrado con una fidelidad conmovedora, ya que no es tal vez lo que caracterice a la industria hollywoodense.

Para quienes no conocen la cuestión, algunos hechos pueden parecerle excesivamente truculentos, pero son tal vez los más fieles a los relatos de los testigos. También el reflejo de la vida de los armenios en el Imperio previo al genocidio es un gran aporte.

El momento más épico de la película alude a un episodio de resistencia retratado en la novela histórica de Franz Werfel “Los cuarenta días de Musa Dagh”, donde un grupo de armenios decide resistir ante la avanzada genocida y lo logra exitosamente. Esta novela, según el crítico literario Marcel Reich-Ranicki, fue uno de los libros más leídos del Gueto de Varsovia, en el que estuvo junto a su familia hasta su escape en 1943. Así como no puedo evitar pensar en esa novela sin rememorar este hecho, espero que La Promesa cumpla una función en la lucha contra el negacionismo que la trascienda.

C: -Una reflexión final por favor.

NS: En 1921 Soghomon Tehlirian le disparó frente a una gran cantidad de testigos en Berlín a Talaat Pashá, uno de los máximos responsables del genocidio armenio, que había huido a Alemania para escapar de la condena a muerte. El tribunal que juzgó a Tehlirian, luego de escuchar su propio relato y el de prestigiosos testigos que habían observado de primera fuente lo que había ocurrido en el Imperio Otomano, se quedó sin base moral para juzgarlo, y decidió dejarlo en libertad, alegando demencia.

La República de Weimar lo absolvió. Años después, en 1943, el “Tercer Reich” decidió enviar el cuerpo del genocida Talaat para que fuera enterrado con honores en Estambul. Es innegable que ambos procesos genocidas están vinculados no sólo en sus estructuras sino por los vínculos de los perpetradores. En innumerables ocasiones se menciona que Hitler les dijo a sus oficiales antes de invadir Polonia “¿quién se acuerda de los armenios?”. Más allá de discutir acerca de la fidelidad histórica de la cita, lo cierto es que los procesos genocidas se entrelazan y su impunidad incentiva la repetición. La complicidad y el aprendizaje que tuvieron los perpetradores, solo puede ser combatida con una respuesta a la altura del lado de las víctimas y de quienes defienden los Derechos Humanos.