PRENSA

El Senado de la Provincia de Buenos Aires promueve la instalación de un monumento a Carl Lutz por su heroico legado para la humanidad

En consonancia con un camino de trabajo recorrido durante todo el 2017, que incluyó la articulación de distintas exposiciones culturales, charlas e inauguración de monumentos permanentes, el Senado de la Provincia de Buenos Aires ha decidido promover la colocación en la ciudad de La Plata un busto en honor a Carl Lutz, Justo entre las Naciones que salvó miles de judíos durante el Holocausto.

Esta acción, que fuera recientemente materializada por resolución de la Presidencia de la Cámara Alta bonaerense a través del vicegobernador Daniel Salvador, debería servir como ejemplo a la sociedad civil y todo el arco político de como la voluntad desinteresada y despojada de mezquindades puede todavía ser un ejemplo para quienes realmente deben conocer el legado de estos grandes hombres de la historia de la humanidad, los jóvenes. Hace ya nueve meses que se inauguró en la capital provincial la muestra “Carl Lutz y la Casa de Cristal”, organizada por la Embajada de Suiza en Argentina, con colaboración de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas-DAIA y de quienes fueran en ese entonces autoridades de la Comisión de Comercio Exterior, Mercosur y Política de Integración Regional, los senadores Horacio López (Cambiemos) y Juan Manuel Pignocco (FPV-Unidad Ciudadana).

Hoy, en vísperas del paso de la presidencia de la “International Holocaust Remembrance Alliance (IHRA)” de manos suizas a italianas, este gesto colectivo que emana de uno de los poderes del Estado viene a arrojar un poco de luz sobre temas que unen realmente a la sociedad.

Carl Lutz (1895-1975), miembro de una devota familia cristiana, fue el primer diplomático neutral en Budapest en rescatar judíos. Fue vicecónsul de la delegación diplomática suiza de 1942 a 1945. Lutz fue el inventor de la Schutzbrief -carta de protección- para los refugiados judíos. El mismo ardid sería utilizado poco después por Raoul Wallenberg entre julio de 1944 y enero de 1945.

En duras negociaciones con los nazis y el gobierno de Done Sztojay, Lutz consiguió el permiso para emitir cartas de protección a 8.000 judíos húngaros para emigrar a Palestina. Utilizando un engaño, él y su grupo de colaboradores emitieron cientos de miles de cartas de protección adicionales. Ya en 1943, en colaboración con la Agencia Judía en Palestina, había ayudado a 10.000 niños y jóvenes judíos a emigrar a la tierra que en 1948 sería el Estado de Israel. Un lugar muy familiar para él, ya que ahí mismo se había desempeñado como cónsul suizo entre 1935 y 1940.

Al finalizar la segunda guerra fue condenado al olvido por haber desobedecido instrucciones expresas de la Cancillería de no involucrarse en el “problema judío”, aún cuando contó con el apoyo tácito de sus inmediatos superiores en Budapest, Maximillian Jaeger y Harald Feller. De hecho el gobierno suizo impidió que Lutz progresara en su carrera diplomática. De acuerdo a Hirschi, Lutz fue declarado persona no grata luego de la guerra. ”Sesenta años después de finalizada la guerra y veinte años después de su muerte, el gobierno suizo reconoció las acciones de mi padre emitiendo una estampilla en su honor”, dice Hirschi.

Carl Lutz fue galardonado con el título de «Justos entre las Naciones» en 1965.