PRENSA

70 Aniversario de la Partición de Palestina Por Julián Schvindlerman

Setenta años atrás, el 29 de noviembre de
1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó
la Resolución 181 a
favor de la creación de dos
estados
– uno judío y otro árabe- en la región de Palestina
(también conocida como Tierra de Israel), entonces bajo gobierno británico. La
comunidad judía de Palestina aceptó el Plan de Partición, la comunidad árabe la
rechazó y con violencia atacó meses después al naciente Estado de Israel. Ello
marcó la primera instancia de agresión armada desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial, tal como oportunamente señaló el entonces Secretario General de las
Naciones Unidas. El estado judío, ampliamente superado en armas y combatientes,
logró sobrevivir al ataque de cinco naciones árabes y como resultado de la
contienda extendió sus fronteras más allá de lo consignado en el plan de
partición. El 1% de la población judía de Israel murió en esa guerra.

Las resoluciones de la Asamblea General,
como la 181, tienen carácter de recomendaciones y carecen de efectos
mandatarios, a diferencia de las resoluciones del Consejo de Seguridad, que
pueden ser obligatorias. Aun así, esta resolución es considerada el fundamento
legal (no el único) del establecimiento de Israel. El pueblo palestino reclama
hoy, a setenta años del hecho, la implementación completa de esa resolución.
Pero habiéndola repudiado en 1947, y habiéndolo hecho además por medio de la
violencia, su postura con dificultad puede ser vista como válida legal o
moralmente. Tiene mérito destacar también que el léxico de la resolución pedía
por la creación de un estado judío y uno árabe; no pidió por un estado
palestino por una simple razón: en aquél entonces la designación “palestino”
refería a todos los habitantes de Palestina, tanto judíos como árabes. Sólo
unas décadas después quedaría asociada la identidad palestina a la población
árabe de la zona. A la vez, los árabes pudieron realizar su derecho a la
autodeterminación nacional en varios estados árabes en el Medio Oriente, desde
Marruecos hasta El Líbano.

Una pregunta interesante ha emergido desde
entonces en el debate histórico. ¿Qué hubiera sucedido si los árabes hubieran
aceptado el plan de partición en 1947? ¿Si hubieran aceptado coexistir en paz
con un pequeño estado judío en el Medio Oriente en vez de intentar aniquilarlo
ferozmente? ¿Cuántas vidas se hubieran salvado, cuanto sufrimiento evitado?
Todo el drama político y humanitario que se sucedió desde entonces -nuevas
guerras, actos de terrorismo, campañas de presión diplomática, boicots
económicos- quizás no hubieran existido. Es un interrogante de especulación,
desde ya, pero nos permite apreciar la inutilidad de aquél histórico y vano
rechazo árabe a la existencia de Israel. (Una nota interesante al respecto
puede leerse en The New Jurist con autoría del profesor israelí Yoav
Tenembaum).

A setenta años de aquella propuesta pacífica
de la ONU, bien vale la pena reflexionar al respecto.