PRENSA

La odisea tras las huellas del cementerio judío más olvidado de Europa

A diferencia de los cristianos, los judíos no colocan flores en las tumbas de sus seres queridos sino piedras pequeñas a modo de ofrenda y respeto a la memoria, y es que las piedras no se marchitan, ni se secan: las piedras son, de alguna forma, eternas, como lo es para el judaísmo el alma humana. Y la historia. «Camino a la aldea en donde vive mi abuela hay un viejo cementerio judío pero nunca lo he visitado», me dijo una tal Milja Petrovic, estudiante de español con la que me encontré para conversar una tarde de primavera camino a la antigua fortaleza otomana de Nis. Fue lo primero que supe de aquel lugar: que quedaba camino a Medoshevac. Pronto descubriría también que ese cementerio está abandonado, que ya casi no hay judíos en Nis, que muchos murieron durante la Segunda Guerra Mundial y otros se radicaron en Israel luego de la creación del estado en 1948.