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La angustia y resistencia del arte judío durante el Holocausto

Por MARY M. LANE BERLÍN — Cuando Nelly Toll tenía 8 años, durante la Segunda Guerra Mundial, reescribió el cuento de la Cenicienta con un giro feminista. En lugar del Príncipe Encantado, una poderosa princesa invitó a Cenicienta a vivir en su castillo y disfrutar la actuación de una pianista en una habitación bañada por el sol.
Toll ilustró su cuento con siete acuarelas, basando a la Cenicienta en mujeres valientes de la literatura rusa y a la pianista en su madre, Rozia. Pero inventó el cuento para trascender la realidad. Ella y Rozia, ambas judías, se habían encerrado en un diminuto cuarto de la casa de una familia cristiana en la Polonia ocupada por los nazis.
“No hay evidencia en las acuarelas de la guerra, aunque en cualquier minuto nuestra puerta podría haberse abierto para dejar entrar a los nazis”, dijo Toll, hoy de 80 años y residente de Nueva Jersey, quien recordó haber estado oculta en 1943 y 1944.
Dos de sus acuarelas están incluidas en “Arte del Holocausto”, una exhibición en el Museo Histórico Alemán, en Berlín, de 100 obras que fueron creadas clandestinamente por 50 artistas de la era del Holocausto. De ese grupo, la mitad fue asesinada por tropas de Adolf Hitler, pero sus creaciones sobrevivieron.
Yad Vashem, grupo conmemorativo del Holocausto, organizó la exhibición, que estará abierta hasta el 3 de abril. Al elegir de entre la colección de Yad Vashem de unas 6 mil obras de la era del Holocausto donadas por sobrevivientes y sus familias, y al rastrear las historias detrás de estas obras, la curadora Eliad Moreh-Rosenberg quiso llamar la atención sobre los diversos temas de este género ignorado.
“Una vez que oyen que este arte existe, las personas inmediatamente piensan en imágenes estereotípicas del Holocausto: alambre de púas, estrellas amarillas, chimeneas”, dijo Moreh-Rosenberg.
Tales símbolos aparecen en unas cuantas obras, pero incluyen giros irónicos.
Una obra de Leo Haas, nacido en lo que ahora es la República Checa, muestra el arribo en 1942 de prisioneros al gueto de Theresienstadt.
Haas trabajó en el departamento técnico ahí, creando propaganda nazi en el día y su arte secreto en la noche. Usando pintura y papel robados, retrató a reos en una ordenada fila serpenteante que emergía de un horizonte montañoso para enroscarse alrededor de árboles simétricamente plantados. Haas incluyó una “V” diminuta en la esquina, símbolo del movimiento clandestino de Theresienstadt.
Bedrich Fritta también incluyó la “V” en sus obras. Un retrato de Fritta en la exhibición de Berlín muestra a un trabajador con pico en mano, cuya chaqueta tiene una Estrella de David. Pero el obrero encarcelado de Fritta es atractivo y musculoso, desafiando el estereotipo de Hitler acerca de los judíos como debiluchos.
Para Moreh-Rosenberg, no son simplemente los temas de los artistas los que son rebeldes, sino también su determinación para traficar artículos para hacer arte.
“Cuando estás luchando por tu vida y tus necesidades humanas básicas”, dijo, crear arte “no es sólo un escape, es una enérgica decisión de desafío”.
Fritta pagó por esa apuesta con su vida. Los nazis descubrieron su arte secreto y lo deportaron en 1944 a Auschwitz, donde lo mataron.
También deportaron a Haas, pero sobrevivió y recuperó 400 de sus obras y ayudó a ubicar a 200 de Fritta enterradas en Theresienstadt.
Toll dijo que su madre suplicó a la familia que las escondía que consiguieran acuarelas y le dijo a ella que el cautiverio era parte de un plan para ayudar a estimular sus imaginaciones. “Mi madre fue mi maestra, mi amiga, mi doctora cuando me enfermaba”, recordó Toll.
Toll expresó que esperaba que los visitantes a la exhibición reconocieran el poder destructor de la intolerancia religiosa mientras apreciaban “el fracaso de Hitler para matar el espíritu”, incluyendo la chispa creativa mostrada en la obra de un niño de su edad, Petr Ginz, de Praga. En una de las acuarelas exhibidas de Petr, retrata el cuarto que compartía con otros niños en Theresienstadt, en 1943, como una colección alegre de literas de campamento de verano.
Petr editaba el periódico “escolar” secreto. En septiembre de 1944, los nazis los transportaron a Auschwitz y lo asesinaron.
Meses después, el Ejército ruso liberó Lviv, donde Toll se ocultaba.
Corrió a la calle donde soldados le dieron dulces. Llegó la noticia de que los nazis habían matado a su hermano y su padre. Ella y su madre se mudaron a EE.UU., donde se casó y obtuvo un doctorado en inglés. Aún le encanta pintar.

Evidencia del fracaso de Hitler para matar el espíritu.

Arriba, “Niñas en el campo”, de 1943, por Nelly Toll, parte de la exhibición “Arte del Holocausto” en el Museo Histórico Alemán, en Berlín. Extrema izq., “Arribo de un transporte, Gueto de Theresienstadt”, 1942-1944, de Felix Bloch, acuarela y tinta china en papel.
Nelly Toll, izq., sobreviviente del Holocausto, y su esposo, Herb, con sus recientes pinturas en su casa en Nueva Jersey.