PRENSA

Alemania vuelve a juzgar nazis y reabre el debate más doloroso

Pasaron más de 70 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero los ecos del infierno nazi y del Holocausto siguen resonando en Alemania. Una nueva serie de juicios vuelve a poner frente a frente los rostros ya ancianos de víctimas y victimarios.
«Tenemos la misma edad y pronto estaremos ante el juez máximo. Quiero pedirle que nos cuente la verdad histórica», exigió el jueves con notable vigor Leon Schwarzbaum, superviviente de Auschwitz, en la apertura del juicio a Reinhold Hanning, un ex guardia del mayor campo de exterminio nazi. Ambos tienen hoy 94 años.
Schwarzbaum convirtió su declaración en un retrato sangrante de la vida en Auschwitz: el terror constante de los presos, la arbitrariedad asesina de los guardias, los fugitivos capturados y devorados por perros, el olor a carne quemada que emanaba de las chimeneas. «Cuente aquí y ahora lo que hicieron usted y sus camaradas», instó a Hanning.
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El acusado levantó brevemente la cabeza. Luego volvió a bajarla y fijó la mirada en el suelo, mudo. Se lo juzga por complicidad en el asesinato de 170.000 personas: las exterminadas en las cámaras de gas de Auschwitz entre mayo y junio de 1944, el período en que trabajó en el campo. Cuarenta supervivientes y parientes de víctimas participan en la acusación.
Lejos de ser una excepción, el juicio en la ciudad de Detmold abre una serie de cuatro nuevos procesos similares. En las próximas semanas comenzarán a ser juzgados otros tres antiguos trabajadores de Auschwitz: un guardia, un médico y una operadora de radio. Todos son nonagenarios.
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Los juicios pueden enmarcarse en el esfuerzo incansable de Alemania por sacar a la luz y purgar las aberraciones del nazismo. Pero también revelan el flanco más deficiente de ese proceso: la dificultad del país para juzgar y condenar a nazis durante décadas. «Estos juicios llegan 50 o 60 años tarde», lamentó Justin Sonder, otro superviviente de 90 años.
Las cifras de esa deuda histórica figuran en un minucioso estudio del Instituto de Historia Contemporánea de Munich (IfZ): de los más de 170.000 acusados por crímenes del nazismo desde 1945 en la Alemania Federal, sólo llegaron a ser condenados unos 6660. Entre ellos, 1147 por asesinatos y apenas 172 a cadena perpetua.
«La justicia alemana fracasó por completo», sentenció el año pasado el ministro de Justicia, Heiko Maas, con motivo del también tardío juicio a Oskar Gröning, otro nonagenario apodado «el contador de Auschwitz», que fue condenado a cuatro años de prisión.
El «fracaso» judicial encuentra varias explicaciones parciales: desde el deseo de la sociedad alemana por enterrar el pasado y mirar hacia adelante tras la guerra hasta la incorporación de un gran número de nazis en el aparato del Estado durante las décadas posteriores al conflicto. Además, muchos fueron juzgados en el extranjero o por las potencias vencedoras.
El último gran hito en el avance de la justicia se produjo en 2011, cuando John Demjanjuk fue condenado por complicidad en el asesinato de 28.000 judíos en el campo de Sobibor. Desde entonces, para juzgar a un ex nazi no es necesario probar que cometió un crimen, algo ya casi imposible. Basta con demostrar que trabajó en un campo de concentración, porque se entiende que de ese modo contribuyó a su funcionamiento. «El tribunal dejó así claro que sin esos engranajes particulares la maquinaria de exterminio no habría funcionado -explicó Jens Rommel, director de la Central de Investigación de Crímenes del Nazismo-. Esa idea permitió que la central emprendiera nuevas investigaciones.» Como las cuatro que llegan ahora a juicio.
«No se trata de enviar ancianos a prisión. Se trata de colocar a las víctimas en el centro de atención -escribió el periodista e historiador Robert Probst en el diario Süddeutsche Zeitung-. Quieren mirar a los ojos a los criminales, escuchar sus explicaciones. Quieren justicia, rara vez venganza. Se sienten obligados a mantener vivo el recuerdo.»
Así lo hicieron Schwarzbaum, Sonder y otros supervivientes de Auschwitz, el campo de concentración instalado en Polonia, que prestaron testimonio en el nuevo juicio. La defensa ya aclaró que también dará su versión. Y todo indica que el propio Hanning declarará antes de que acabe el juicio, en mayo.