PRENSA

Jerusalem, corazón y alma del pueblo judío. Por Victor Zajdenberg

“Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, sea olvidada mi diestra”. (Salmo 137/5). Fue el Rey David quien, ya hace más de 3.000 años, consolidó la unificación del Pueblo de Israel con Jerusalem como capital y centro nacional judío. Mientras Jerusalem estuvo gobernada por los judíos brilló y creció con la fuerza del amor y la convicción del ideal monoteísta que representaría para toda la humanidad. Por desgracia la fuerza bruta y pagana del Imperio Romano destruyó por segunda vez a Jerusalem y la convirtió en un cúmulo de escombros e intolerancia, al igual que siglos antes lo hiciera el Imperio politeísta de Babilonia. El Imperio Bizantino resolvió prohibir la práctica tradicional y religiosa judía y redujo a la mínima expresión la presencia hebrea en Eretz Israel. Cuando el Imperio Árabe musulmán comienza a expandirse y conquista Jerusalem, provoca la reacción cristiana de Europa al conocerse la destrucción realizada por aquellos de sus templos e iglesias. Ver Nota Completa en: http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Titular/64905/.