PRENSA

Justicia tardía

Sobreviviente de un campo nazi, lo encontró en la localidad de Olivos en 1955 y no dejó de denunciarlo. Su historia, hasta ahora ignorada por las autoridades y por su propia familia. Las vueltas que da la vida pueden tan increíbles como las de este hombre y no hacen más que revelar la pequeñez del mundo. Comenzó en el continente europeo en los años ’30, época de intolerancia y vientos de guerra. Para el protagonista, el sufrimiento no cesó por el paso del tiempo ni por la distancia que puso el mar entre dos continentes. Lothar Hermann padeció la tortura y el exilio, pero en medio de una tregua personal se lanzó a la búsqueda de justicia y, como antes, la adversidad le hizo frente. Murió enfermo y olvidado pero nuevamente el tiempo comenzó a poner las cosas en su lugar. Recién ahora se le reconoce su aporte “por la denuncia y persecución del genocida Adolf Eichmann”. Una contribución que incluso su familia desconoció durante 50 años. (…) En 1971 y enfermo de cáncer, llegó a un acuerdo económico y murió en 1974. Con el paso de los años, su tumba perdió toda referencia, convirtiéndose en un rectángulo de tierra plana y sin inscripciones. El pasado 13 de agosto, la DAIA organizó un homenaje en su memoria, reconociendo la labor de Hermann por denunciar y perseguir al genocida nazi. En el acto estuvo presente el embajador israelí en la Argentina, Daniel Gazit. Para el 28 de septiembre, la comunidad de Coronel Suárez planea rendirle homenaje y la tumba volverá a tener nombre. Su sobrina nieta tiene más para contar y piensa escribir un libro donde, además de presentar documentación valiosa, promete volcar experiencias, esperanzas, triunfos y desilusiones.