PRENSA

El terrorismo. Por Julio María Sanguinetti*

Hace 18 años, en pleno centro de Buenos Aires, un coche bomba explotó en la sede de la AMIA, una prestigiosa entidad judía de acción social. Murieron 85 personas y quedaron heridas 300 más. En la misma capital argentina, dos años antes, en 1992, había volado la Embajada de Israel y 29 fueron los muertos. La investigación de la justicia argentina ha individualizado como responsables a agentes de origen iraní, con algunas obvias conexiones locales. Las extradiciones de los sospechosos no han sido concedidas y, en consecuencia, persiste la oscuridad sobre el terrible atentado. Como suele ocurrir, en su momento se pretendieron dar explicaciones políticas: que era una represalia porque el presidente Menem no había cumplido los compromisos asumidos con sus amigos de Oriente o que la numerosa colectividad judía argentina representaba un fuerte bastión proisraelí o análogas argucias retóricas. Pese a todo, siempre surgen dudas sobre el sentido de las conmemoraciones. Hasta qué punto es una memoria “obligada”, como dice Paul Ricœr, y en qué momento podemos incurrir en un abuso de la memoria, cuando ella se desliza hacia los tiempos contemporáneos. (…) *Julio María Sanguinetti, abogado y periodista, fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).